El momento justo para hacer lo que es justo

18 de Julio de 2015

Sábado de la Décimo Quinta Semana Durante el Año

Lecturas:

Éxodo 12, 37-42 / Salmo 135, 1. 23-24. 10-12. 13-15 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   12, 14-21

    Los fariseos se confabularon para buscar la forma de acabar con Jesús.

    Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:

        "Este es mi servidor, a quien elegí,

        mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección.

        Derramaré mi Espíritu sobre él

        y anunciará la justicia a las naciones.

        No discutirá ni gritará,

        y nadie oirá su voz en las plazas.

        No quebrará la caña doblada

        y no apagará la mecha humeante,

        hasta que haga triunfar la justicia;

        y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre".

Palabra del Señor.

MEDITACION

Hay que saber escoger las peleas que se deben dar.

Muchas veces, se responde o se toma decisiones no tanto porque son lo más adecuado, sino porque es lo que se supone que debe hacerse.

Creo absolutamente en el derecho a rebelarse contra las injusticias, porque atentan contra la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Sin embargo, en muchas ocasiones, debido al poder de los injustos de turno, los medios escogidos son tan contraproducentes que llevan a más perjuicios que a reales soluciones.

La línea, sobre esto, no es absolutamente clara.

Jesús sabía que llegaría su momento de sufrir las consecuencias de alentar a los marginados y de desafiar las concepciones de las autoridades de su época, pero aún no, por eso, al enterarse de la confabulación en su contra «se alejó de allí».

Que podamos descubrir el momento justo para hacer lo que es justo, según tus enseñanzas, Señor. Así sea.

Intentando liberarnos de todo lo que nos impide aceptar el llamado del Señor a ser misioneros de su Paz, su Amor y su Alegría,

Miguel