jueves, 31 de enero de 2013

¿Cómo se debe acoger a un profeta de Dios?



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
3 de febrero de 2013
Cuarto Domingo Durante el Año

Lecturas:
Jeremías 1, 4-5. 17-19 / Salmo 70, 1-6. 15. 17 Mi boca, Señor,  anunciará tu salvación / I Corintios 13, 4-13

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     4, 21-30
    Después de que Jesús predicó en la sinagoga de Nazaret, todos daban testimonio a favor de Él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es este el hijo de José?»
    Pero Él les respondió: «Sin duda ustedes me citarán el refrán: "Médico, sánate a ti mismo." Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm».
    Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
    Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio».
    Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Cada cristiano ha sido consagrado antes de formarse en el vientre materno y «constituido profeta para las naciones» (1L), por lo que es llamado a responder «Mi boca anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación» (Sal), armado de «la fe, la esperanza y el amor, pero [sin olvidar que] la más grande de todas es el amor» (2L) y sabiendo que en esa misión y sus consecuencias no está solo, ya que el mismo Señor vivió el rechazo, pero no por ello dejó de profetizar (Ev).
El Evangelio de este Domingo es continuación y consecuencia del anterior: recordemos que Jesús se aplicaba a sí mismo -nada menos que en su propia tierra- un texto de la Escritura donde decía que había sido consagrado por el Espíritu de Dios para hacer lo que a su pueblo (el pueblo de Dios) le correspondía y no estaba haciendo: llevar la Buena Noticia los pobres, anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.
Más grave aún, para quienes le oían: se atrevió a cortar la profecía de Isaías ahí y no leyó lo que venía inmediatamente a continuación: que además debía proclamar «un día de venganza para nuestro Dios» (Is 61,2), porque en su cultura, Dios era tan nacionalista que debía castigar a los enemigos de los hebreos. Pero eso no calzaba con la imagen que el Maestro tenía del Señor como un Padre bueno.
O sea, iban a ver a un milagrero famoso y se encontraron con alguien que les hablaba como maestro y profeta.
Como si fuera poco, después les recuerda historias donde los profetas Elías y Eliseo, debido al rechazo de Israel, hicieron signos poderosos de parte de Dios a extranjeros y no a judíos.
Sumando a lo anterior, sonaba peligrosamente a anti-patriotismo.
Pero, ¿qué es un profeta?
No es un adivino, sino una persona que tiene por misión hacer presente la verdad de Dios, poniendo al descubierto nuestros desvíos, mentiras y cobardías, y llamando a todos a un cambio de vida.
Puede no ser agradable, entonces, escuchar su mensaje.
Y, peor aún nos parece cuando creemos conocer bastante al personaje; como que nos sale más fácil encontrar excusas para no oírlo: “sabemos de dónde viene”, “lo hemos visto pasar normalmente entre nosotros”, “¿quién se cree para hablarnos así?”
Les caería mucho mejor si realizara sus curaciones y milagros; que hiciera algo “útil” en vez de decir cosas incómodas.
Por eso «ningún profeta es bien recibido en su tierra».
Y, como no deja de “pisar callos”, recurren al argumento de los cobardes: la violencia.
También hoy los profetas de Dios son rechazados de distintas maneras: en nuestros encuentros, abandonando el lugar donde hablan; intentando desprestigiarlos con acusaciones falsas; o, cuando se tiene poder, prohibiéndoles enseñar y hasta hablar.
Por otro lado, los demás cristianos podemos decir cosas muy lindas de Jesús: que es “Hijo de Dios”; que es “Salvador del mundo”; y hasta que es un amigo y hermano, creyendo, la mayoría honestamente, que al repetir todo esto, que es muy cierto, ya lo estamos acogiendo.
Pero no es así.
A Jesús, el “Profeta de Dios”, y a quienes nos hablan de su parte, le dejamos entrar en nuestra vida sólo cuando escuchamos sus palabras hasta el fondo, dejándonos trasformar por su verdad y siguiendo su estilo de vida. Esto es, llamando a las cosas por su nombre, pero, sobre todo, poniendo en acción sus enseñanzas, sin dejarnos vencer por el temor a las consecuencias que esto pueda traernos.

Padre bueno, que en Jesús nos has dado un ejemplo de coherencia y entrega a la verdad sin miedo a las represalias ni al conflicto, ayúdanos a ser, como Él, coherentes con nuestra misión de anunciar la Buena Noticia a los pobres y servir a la Verdad. Así sea.

Acogiendo a quienes nos transmiten su mensaje de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.

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