Llamado-desafío para el nuevo año que comienza

2 de enero de 2013

Lecturas:

I Juan 2, 22-28 / Salmo 97, 1-4 ¡El Señor manifestó su victoria!

EVANGELIO

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    1, 19-28

Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: «¿Quién eres tú?»

El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías.»

«¿Quién eres, entonces?», le preguntaron: «¿Eres Elías?»

Juan dijo: «No.»

«¿Eres el Profeta?» «Tampoco», respondió.

Ellos insistieron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»

Y él les dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»

Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: «¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»

Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia.»

Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Palabra del Señor.

MEDITACION

A ejemplo de Juan, dar testimonio del Mesías.

Llamado-desafío para el nuevo año que comienza: a convencer a quienes nos rodean y lo necesitan, de que «en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen», «porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria» (Sal), para, así, ser «fieles a lo que oyeron desde el principio: de esa manera, permanecerán también en el Hijo y en el Padre» (1L).

Entonces, sintamos este llamado para dar la bienvenida al año entrante y para cada año de nuestras vidas, mientras nos digamos cristianos.

En este nuevo periodo de vida que nos concedes, Señor, mantén tu mano sobre nosotros, para que sintiendo tu fuerza, nos atrevamos a vivir lo más parecido que nos sea posible al sueño que tienes para nosotros. Así sea.

Disfrutando del regalo de pertenecer a la familia del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,

Miguel.