3 de enero de 2013
Lecturas:
I Juan 2, 29—3,
6 / Salmo 97, 1. 3-6 ¡El
Señor manifestó su victoria!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 29-34
Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús
y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me
refería, cuando dije:
Después de mí viene un hombre que me precede,
porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar
con agua para que Él fuera manifestado a Israel.»
Y Juan dio este testimonio: «He visto al
Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo
conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el
que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en
el Espíritu Santo"
Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es
el Hijo de Dios.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
«Al día
siguiente» de decir insistentemente: “no me miren
a mí; miren hacia quien estoy apuntando”, Juan puede señalarlo con más
precisión: «Este es el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».
Del pecado del mundo que lamentablemente sigue desangrándose aquí y allá; del mundo
de los epulones que acaparan medios, sin querer mirar a los Lázaros
hambrientos; del mundo de los que traicionan y abusan de los pequeños e
inocentes; del mundo interior nuestro que hace lo que no quiere y no es siempre
capaz de hacer lo que quisiera para ser fiel al Señor… en fin, de los pecados y
del Pecado.
Programándonos para este año que está
comenzando, es necesario tener presente que un seguidor del Maestro de Nazaret
debe tener presente que «el que permanece
en Él, no peca» (1L), por lo que hay que buscarlo
permanentemente y con especial dedicación en los necesitados, que son con
quienes Él se identifica. Y permanecer junto a ellos.
Por otro lado, para quienes no conocen
el camino del Reino, somos sus discípulos quienes debemos mostrárselo, como
decíamos ayer. Pero es importante recordar que la mejor forma para esto va más
allá de las palabras, porque se convence mucho más con actitudes (ver
meditación del sábado reciente). Entonces, si nos ven en acciones solidarias y
saben que lo hacemos en su Nombre, cambian las situaciones inhumanas y ocurre
que «los confines de la tierra han
contemplado el triunfo de nuestro Dios» (Sal).
Enséñanos a permanecer siempre en tu
misericordia, en tu compasión, en tu solidaridad, siendo extensiones de estos
bienes para la humanidad. En tu Nombre, Señor. Así sea.
Disfrutando del
regalo de pertenecer a la familia del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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