Contigo, Padre, se
lleva mejor la incomprensión,
porque Tú fortaleces
nuestras seguridades,
nos curas del deseo
de aceptación,
y nos haces
abandonarnos en tu misión.
Libéranos del sueño
de gustar a todos,
de la necesidad de
la aprobación de los cercanos,
del aplauso de los
lejanos,
y de la tiranía del
prestigio personal.
Porque seguirte es
ir contracorriente,
en este mundo tan
"sindios" en que vivimos,
en una época de
fatalismo y desencanto
que sólo Tú puedes
reilusionar y revolucionar.
Y cuando no nos
entienden o nos creen locos,
sentimos el temor
del inseguro
y llegamos a pensar
si tendrán razón ellos...
Pero seguirte nos
renueva la esperanza.
Tú que tienes un
sueño de felicidad
para cada ser
humano,
nos animas a
contarlo, a impulsarlo, a contagiarlo
sugiriéndonos, en
cada ocasión, la forma y la manera.
Impón tus manos
sanadoras,
sobre cada uno de
nosotros,
para limpiarnos de
desencantos, miedos y dudas
y actuar como Tú, envolviendo
a los otros con tu amor.
Mari Patxi Ayerra
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