22 de junio de 2013
Sábado de la Undécima Semana Durante el Año
Lecturas:
lI Corintios 12,
1-10 / Salmo 33, 8-13 ¡Gusten y
vean qué bueno es el Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 24-34
Jesús dijo a sus discípulos:
Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al
otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se
puede servir a Dios y al Dinero.
Por
eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su
cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la
comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan
en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No
valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se
inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida?
¿Y
por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van
creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el
esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la
hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más
hará por ustedes, hombres de poca fe!
No
se inquieten entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos
vestiremos?» Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que
está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.
Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por
añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí
mismo. A cada día le basta su aflicción.
Palabra del Señor.
MEDITACION
“Todo
es gracia. Todo. ¿Y cuáles son los signos de que un apóstol vive esta
gratuidad? Son muchos, pero voy a subrayar sólo dos: el primero, la pobreza. El
anuncio del Evangelio debe ir siempre por el camino de la pobreza. El
testimonio de esta pobreza: No tengo riquezas, mi riqueza es solamente el don
que he recibido, Dios. Esta gratuidad: ¡esta es nuestra riqueza! Y esta pobreza
nos libra de convertirnos en organizadores, emprendedores...
Estas
dos son los signos de que el apóstol vive esta gratuidad: la pobreza y
capacidad de alabar al Señor. Y cuando encontramos apóstoles que quieren hacer
una Iglesia rica es una Iglesia sin la gratuidad de la alabanza, la Iglesia
envejece, la Iglesia se convierte en una ONG, la Iglesia no tiene vida. Pidamos
hoy al Señor la gracia de reconocer esta gratuidad: 'Lo que habéis recibido
gratuitamente, dadlo gratuitamente'. Reconocer esa gratuidad, ese don de Dios.
Y también vayamos adelante en la predicación evangélica con esa gratuidad” (Francisco,
Papa, extractos homilía Misa del 11/06/2013).
Todos
somos apóstoles (enviados) por Dios a nuestras familias, comunidades, lugares
de estudio o trabajo. O vamos como paganos, preocupados de «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con
qué nos vestiremos?» o lo hacemos en la actitud confiada
de los que saben que en la búsqueda de la justicia del Reino, Dios nos dice «Te
basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad» (1L)
y
reciben por añadidura lo que el Padre sabe bien que necesitan.
Con
el salmista repetimos: «¡Gusten y vean
qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian!» (Sal). Por tu amor siempre
misericordiosamente providente, gracias, Señor.
Con la Paz, el Amor
y la Alegría de sabernos amados y perdonados por Dios,
Miguel.
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