13 de junio de 2013
Jueves de la Décima Semana Durante el Año
Lecturas:
lI Corintios 3,
15—4,1. 3-6 / Salmo 84, 9-14 El
Señor promete la paz, para su pueblo y sus amigos
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 20-26
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no
es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los
Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los
antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita
contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo
insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la
Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en
el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu
ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces
vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con
tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te
entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que
hayas pagado el último centavo.
Palabra del Señor.
MEDITACION
El
mandamiento central del Reino es el amor, como recordábamos ayer, pero para
beneficio de nuestra cabeza y corazón duros, Jesús hoy da una serie de ejemplos
concretos que quieren ayudarnos a ver con claridad que no se trata de algo
etéreo, sino muy concreto.
Cuando
Marx dijo que la religión era el opio del pueblo, lo hacía basándose en la
actitud de los cristianos que conocía, quienes se encerraban en los ritos de
tal manera que no tenían tiempo para mirar el dolor de los demás. Eso no es
humano y, por ello, no es cristiano.
Este
día, el nombre del amor es reconciliación. Hasta el punto de indicar que antes
de dar culto a Dios, «ve a reconciliarte
con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda». En otras
palabras, no hay comunión con el Padre si no hay comunión entre tu hermano/a y
tú. Que tu fe y sus manifestaciones rituales no sean un obstáculo, o un velo,
que oculte lo que le ocurre a los demás, porque «al que se convierte al Señor, se le cae el velo» (1L) y encuentra paz en
el amor de Dios, «la paz para su pueblo y
sus amigos, y para los que se convierten de corazón» (Sal).
Que
recordemos (=volver a pasar por el corazón) que el mandamiento principal para
ti, Señor, es vincular el amor a Dios y al prójimo y que actuemos en
consecuencia. Así sea.
Invitados a ser
instrumentos de la Paz, Amor y Alegría del Dios compasivo y servidor,
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario