lunes, 24 de junio de 2013

Por esas personas conforme al corazón de Dios

24 de junio de 2013
EL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA

Lecturas:
Isaías 49, 1-6 / Salmo 138, 1-3. 13-15 Te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable / Hechos 13, 22-26

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    1, 57-66. 80
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan.»
Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.»
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan.»
Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.
Palabra del Señor.

MEDITACION
He tenido la gracia de conocer mucha gente bella de alma, de quien se puede sentir también que «la mano del Señor estaba con él» (o con ella); personas conforme a su corazón que cumplen siempre su voluntad (2L). O, al menos, en su conciencia hacen lo posible por estar en sintonía con esa voluntad, la misma que expresó en su práctica Jesús cuando vivió entre nosotros: compasión, acogida, servicio, consuelo.
Por otro lado, a cada uno de nosotros desde «cuando era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra» (Sal) se nos ha dicho «yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra» (1L), pero sólo algunos son fieles a esa vocación inscrita en la intimidad de su ser.

Pidamos al Señor que el ejemplo de esos hermanos y hermanas que se han tomado en serio ser luces de las naciones, ilumine nuestra propia conciencia y nos contagien su forma de vivir la fe: con esperanza y caridad. Así sea.

Con la Paz, el Amor y la Alegría de confiar en que Él está al lado de quien asume las consecuencias de serle fiel,
Miguel.


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