miércoles, 26 de abril de 2023

Pastores que abran puertas

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

30 de Abril de 2023                                                  

4° Domingo de Pascua de Resurrección

 

Lecturas de la Misa (algunas):

Hechos 2, 14. 36-41 / Salmo 22, 1-6 El Señor es mi pastor, nada me puede faltar / I Pedro 2, 20-25

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     10, 1-10


Jesús dijo a los fariseos:
      «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz».
      Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
      Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.
      Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Los discípulos, después de la Resurrección, fueron comprendiendo que a Jesús «Dios lo ha hecho Señor y Mesías» (1L), por lo que, entendían y aceptaban como posible que, siguiendo sus enseñanzas, tal como a él, nos sucediera que «a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento» (2L), pero manteniendo la confianza en que «Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida» (Sal), ya que el Buen Pastor nos dijo: «Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia» (Ev). Y nosotros, gracias a Dios, somos esas ovejas.

Aceptando y construyendo su voluntad.

Este día, para la Iglesia Católica, es el “Jornada mundial de oración por las vocaciones”.

Tal vez sería interesante en esta ocasión preguntarnos cuál debiese ser el contenido de los ruegos para este día: ¿vocación a qué? ¿por parte de quiénes?

Tradicionalmente se ha entendido que se ora para que haya “más curas y monjas”. Bueno, los resultados nos dicen que, o Dios no escucha o tiene otras ocupaciones más importantes que esa.

El primer “pecado” de esas oraciones es uno que cometemos muy habitualmente: solemos pedir para que Dios haga esto o aquello… pero, ¿y si, por motivos que escapan a nuestra comprensión, aquello no es lo que quiere el Todopoderoso? Es que se nos olvida con demasiada frecuencia que Jesús enseñó a orar para que se haga Su voluntad y no la nuestra, haciéndolo él mismo cuando correspondió: «Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42).

¿Qué tal si el plan de Dios fuera que no hubiese más, o disminuir al mínimo, al personal consagrado? No lo sabemos, pero claramente no podemos ni debemos imponerle esto, ni nada. Y sería demasiado soberbio de nuestra parte pretender que sabemos con certeza lo que Él quiere.

En la liturgia católica el 4º Domingo de Pascua se le denomina el del Buen Pastor, porque el evangelio que se utiliza es el de Juan, donde Jesús se llama a sí mismo de esa manera.

Así fue como a alguien se le ocurrió que era el momento adecuado para pedir a Dios por pastores para sus ovejas.

Esto se relaciona con otro evangelio que cuenta: «Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha”» (Mt 9,36-37).

Nos parece que orar sólo por más personal consagrado es restringir la voluntad del Maestro. Él quería que llegara el Reino de Dios: «que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mt 6,10), es decir que sea posible que se cumpla su voluntad, su proyecto de amor misericordioso, fraterno y solidario, para que los humanos nos tratemos como si el Padre Dios compasivo reinara realmente entre nosotros.

Por ello, nos parece necesario fijarnos en que cuando el Maestro invita a rogar por trabajadores, no parte de necesidades litúrgicas, teológicas ni pastorales; más aún, y a muchos puede escandalizarles esto: no se basa en ninguna organización eclesial. No. Parte de dolores humanos: a la multitud le faltan pastores, porque están “fatigados y abatidos”.

Coherente, su propia manera de llevar a cabo su ministerio no promueve prácticas de algún culto; no encontramos en su mensaje algo semejante, pese a que él personalmente frecuentaba las sinagogas y visitaba el Templo, oraba y celebraba las fiestas religiosas. Tal vez no nos equivocamos si consideramos su religiosidad como el alimento que nutre su misión. Y eso nos sería de mucho provecho replicarlo nosotros también.

Como sabemos, él invitaba a sus seguidores, en primer lugar, a amar, con acciones concretas de misericordia y de servicio, porque este Buen Pastor no ha venido para aumentar los fieles de esta u otra religión, sino «para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia».

Entonces, puede ser importante rogar por más pastores, pero de ese mismo estilo.

Y una parte muy importante y poco destacada de nuestra vida de oración debiese ser, como lo fue para el Maestro, disponer nuestra vida para que se pueda ir cumpliendo lo que solicitamos. Es decir, poner de nuestra parte también.

En este caso, para ayudar a que esto sea posible, sería vital que cada cristiano descubra y desarrolle su vocación a hacernos también puertas, no obstáculos, que faciliten la entrada a una vida más humana y humanizante, más digna y dignificante, más plena y plenificadora, como la que quiso y quiere el Buen Pastor resucitado para todas sus ovejas.

 

Señor, Tú nos llamas a la fe, y por ella, a ser parte de tu Pueblo, invitándonos a que, cada quien, desde sus capacidades y habilidades, sea testigo, mediante su propia forma de actuar, de que continúas llevando tu ternura compasiva a todo aquel que la necesita, es decir a todos. Que se cumpla tu voluntad. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, reflejar al único Buen Pastor, intentando ser, como él, cada vez más y cada vez mejor, tiernos, cercanos, compasivos, es decir: puertas hacia una mejor humanidad.

Miguel.

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