miércoles, 5 de abril de 2023

Sin temor y con alegría, volver al origen

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

9 de Abril de 2023                                                    

Pascua de Resurrección

(Vigilia Pascual)

 

Lecturas de la Misa (algunas):

Génesis 1, 1—2, 2 / Salmo 103, 1-2. 5-6. 10. 12-14. 24. 35 Señor, envía tu Espíritu y renueva toda la tierra / Éxodo 14, 15—15, 1 / Salmo Ex 15, 1-6. 17-18 Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria / Romanos 6, 3-11 / Salmo 117, 1-2. 16-17. 22-23 Aleluia, aleluia, aleluia

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     28, 1-10


Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos.
El Ángel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado.
No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán". Esto es lo que tenía que decirles».
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense.» Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Después de concluir la Creación «Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno» (1L). Posteriormente, cuando el pueblo elegido vivía bajo la esclavitud, personalmente se involucró en su liberación (2L). Es decir, nos hizo para disfrutar y nos protege del mal, hasta el punto de liberarnos del pecado y de la muerte (3L). Una fuerte señal de todo esto es que el primero de nosotros «ha resucitado como lo había dicho» (Ev) para mostrarnos que toda su Palabra de misericordia y compasión se cumple, por difícil que sea lo que anuncie.

Sabiendo que el fin no es el fin.

Un año más que tenemos la posibilidad de celebrar la Pascua de Resurrección del Señor, el acontecimiento central de nuestra fe, aquel que nos mueve (o debiese movernos) a hacer lo que hacemos.

Es y ha sido tan importante este evento que ha conllevado muchas reflexiones. Esta vez, por ejemplo, nos puede servir rescatar tres mensajes-invitaciones que el Señor no hace por medio del Evangelio correspondiente a esta celebración:

1.    «No teman»

Nos han convencido de que “todo tiene solución, menos la muerte”, pero nosotros, los cristianos, sabemos que eso, desde Jesús, también la tiene: la Resurrección.

Es normal que la mayoría (si no todos) teman a la muerte, porque se teme a lo desconocido y nadie sabe qué hay o qué ocurre después de que cerramos definitivamente los ojos. Pero si nosotros celebramos esta fiesta es porque creemos en Jesús, lo que implica que le creemos a aquel que dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (Jn 11,25-26).

Y se supone que creemos en él… por lo que tenemos herramientas para vencer el temor.

2.    «Alégrense»

Solemos repetir que “la esperanza es lo último que se pierde”, pero ¿es verdad esto? Porque no hay que buscar mucho para descubrir cuán desesperanzados somos o estamos…

En nuestra vida regular esto se demuestra en que, en vez de esperanzas, vivimos aferrados a las posesiones materiales, fundamentalmente, en el dinero; quienes tienen una tendencia más espiritual lo hacen hacia otros objetos, como piedras o runas, o hacia prácticas como la astrología u otras que supuestamente predicen el futuro para intentar quitarle la incertidumbre que este conlleva.

Pero los cristianos, especialmente los católicos, no lo hacemos mucho mejor, ya que nos aferramos, por nuestra parte, a “rosarios bendecidos por el Papa”, a los ramos bendecidos, a obtener “agua bendita” y otros…

Como nada de lo anterior soluciona realmente las dificultades de la vida, eso puede explicar tanto ceño fruncido en las calles, rostros tristes en todo lugar y gesto agrio en las “celebraciones” cristianas. Es que, al contrario de nuestro Maestro, olvidamos que sólo Dios basta. Para él «Sólo Dios es bueno» (Mc 10,18) y es perfecto (Mt 5,48), por lo que dedicarse a vivir según su voluntad era su gozo (Lc 10,21).

Como «el camino de Dios es perfecto, la promesa del Señor es digna de confianza» (Sal 18,31), podemos tener razones para la esperanza. Y para la alegría.

3.    «Vayan a Galilea»


Esta no es de uso popular, pero es muy sabia y la elaboró el genial arquitecto Antonio Gaudí. Dice; “La originalidad consiste en volver al origen; así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”.

Tal vez esa sea la respuesta que buscamos para ir consiguiendo lo anterior: volver a donde comenzó todo, donde nos enamoramos del Señor, donde nos tocó el corazón y nos movió a actuar las enseñanzas de Jesús, porque, para que recobremos o ganemos confianza, venciendo el temor y podamos alegrarnos teniendo esperanza, es bueno recordar el sentido que tenía en el propio Maestro y en nosotros cuando nos encontramos originalmente (de origen-inicio y de originalidad-novedad) con él.

 

Quieres que dejemos de temer y seamos alegres recorriendo tus caminos, Señor, porque, desde el primer momento, desde el origen de nuestra fe, quieres lo mejor para nosotros. Ayúdanos a no perder el rumbo teniendo siempre presente que venciste para siempre lo más terrible que nos podía pasar: la muerte. Tú resucitaste y quieres que vivamos una vida resucitada también. Gracias, Señor.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, saber encontrar o reencontrar los motivos para vivir con gozo la fe en la resurrección.

Miguel.

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