jueves, 17 de enero de 2013

La fe cristiana es personal, pero se vive comunitariamente



17 de enero de 2013
Jueves de la Primera Semana Durante el Año

Lecturas:
Hebreos 3, 7-14 / Salmo 94, 6-11 Ojalá hoy escuchen la voz del Señor.

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos    1, 40-45
En aquel tiempo se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme».
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado».
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio». Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos, Y acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Jesús, como decíamos ayer, se conmueve al ver el sufrimiento humano. Se conmueve y actúa.
La lepra, por ser enfermedad incurable en aquel tiempo, era un nuevo motivo de marginación para quien la padecía. Por ello, después de sanarlo, lo envía a solucionar su situación legal, al enviarlo al sacerdote, para que pudiese reintegrarse a su comunidad.
La vida buena o en abundancia no contiene sólo salud física, también es parte importante de ella la gregariedad, el no vivirla solos. En el individualismo no es posible seguir esta enseñanza: «anímense mutuamente cada día mientras dure este hoy» (1L). Es que la fe cristiana, la que proviene de Jesús, es individual: a cada uno Dios le habla personalmente de la vida propia. Pero, a la vez, es comunitaria, se vive con otros, por eso Jesús enseña a orar: “Padre nuestro” y no “Padre mío”…, «porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta» (Sal).

Enséñanos a tener tu mirada compasiva, Señor. Y también tu disposición para sanar las dificultades del hermano, para poder vivir comunitariamente lo que a cada uno nos otorgas como don. Así sea.

Motivados a responder al regalo de tu bautismo con Paz, Amor y Alegría para los hermanos,
Miguel.

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