4 de enero de 2013
Lecturas:
I Juan 3, 7-10
/ Salmo 97, 1. 7-9 ¡El Señor manifestó su victoria!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 35-42
Estaba Juan Bautista con dos de sus
discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Éste es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y,
viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?» Ellos le respondieron: «Rabbí
−que traducido significa Maestro− ¿dónde vives?» «Vengan y lo verán», les dijo.
Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ese día. Era alrededor de las
cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron
a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su
propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que traducido
significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le
dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido
significa Pedro.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Algo buscaban esos dos discípulos de
Juan. Y él, como buen maestro, los guía hacia la fuente que saciará su sed, aún
si eso significaba perderlos para su grupo. Pero éstos, demostrando ser dignos
del Bautista, no se quedan mezquinamente con lo que han descubierto y lo
comparten con otros: «Hemos
encontrado al Mesías». Y así, misteriosamente, cada uno dio
los pasos para que la piedra sobre la que el Señor edificaría su Iglesia, Pedro
(cf Mt
16,18), llegara a encontrarse con Jesús.
Los caminos de Dios suelen ser
misteriosos y nuestros pasos están en sus planes: podemos ayudar a que se
realicen, porque «el que practica la
justicia es justo, como
Dios mismo es justo» (1L), «griten de gozo delante del Señor» (Sal).
Pero, ojo, también podemos
entorpecerlos.
«En el libro de la Ley está escrito lo
que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón»
(Sal 40,9) Danos sabiduría para desentrañar tu
voluntad y valentía para vivirla a continuación, Señor. Amén.
Tratando de
estar atentos a las distintas manifestaciones de tu Paz, tu Amor y tu Alegría
para nosotros,
Miguel.
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