5 de enero de 2013
Lecturas:
I Juan 3, 11-20
/ Salmo 99, 1-5 ¡Aclame al Señor toda la tierra!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 43-51
Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró
a Felipe y le dijo: «Sígueme». Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de
Pedro. Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a Aquél de quien se
habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de
José». Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?» «Ven y
verás», le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Éste es un
verdadero israelita, un hombre sin doblez». «¿De dónde me conoces?», le preguntó
Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando
estabas debajo de la higuera».
Natanael le respondió: «Maestro, Tú eres el
Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel».
Jesús continuó: «Porque te dije: “Te vi debajo
de la higuera”, crees. Verás cosas más grandes todavía». Y agregó: «Les aseguro
que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo
del hombre».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Como continuando la reflexión de ayer, hoy
Juan fundamenta su enseñanza: «En esto
hemos conocido el amor: en que Él entregó su vida por nosotros. Por eso,
también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Si alguien vive en
la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su corazón,
¿cómo permanecerá en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos con la lengua
y de palabra, sino con obras y de verdad» (1L).
Si nosotros también «hemos
hallado a Aquél de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas»,
al Hijo del Padre Eterno, movido por el Espíritu Santo, quiere decir que
tenemos el privilegio de haber sido escogidos por Él para dar testimonio del
Reino a los demás miembros de la familia humana, para que, cuando vean nuestras
obras, nuestro dar la vida o dar de la vida que tenemos, «reconozcan que el Señor es Dios. ¡Qué bueno es el Señor! Su
misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones»
(Sal).
“Dios de gestos (de Belén hasta la
Pascua), Dios-Palabra que pronuncias lo que actúas, Esplendor de la verdad,
Palabra actuante, que resuenas y convences y aseguras. Cohesióname en un cruce
de coherencias, reconcilia mi vida descoyuntada, balbucea en mí un idioma hecho
de gestos... Repronuncia en mis gestos tu Palabra!” (de Oración por la
coherencia, Eduardo Meana)
Disfrutando del
regalo de pertenecer a la familia del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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