7 de enero de 2013
Lecturas:
I Juan 3, 22—4,
6 / Salmo 2, 7-8. 10-12 ¡Te
daré las naciones como herencia!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 12-17. 23-25
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido
arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm,
a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera
lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
"¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, país de la Transjordania,
Galilea de las naciones!
El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una
gran luz;
sobre los que vivían en las oscuras regiones
de la muerte,
se levantó una luz".
A partir de ese momento, Jesús comenzó a
proclamar:
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos
está cerca.»
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en
las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las
enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y
le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y
sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo
seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de
Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Juan es muy iluminador en un tema que es
vital para los cristianos, para que podamos discernir lo que es relevante y
dejar, por lo tanto, de preocuparnos de nimiedades: «El que ha nacido de Dios no peca […]: el que no practica la justicia no
es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano» (1 Jn 3,9-10).
Cuando el Bautista indica a Jesús como
quien viene a quitar el pecado del mundo (Jn 1,29), entonces, nos está ayudando a encontrar al que nos invita con estas palabras: «Conviértanse, porque el Reino de los
Cielos está cerca», lo que podemos entender en la clave
antes indicada como “reorienten su vida desde el
individualismo, al creer que la mota de algodón es pecado, hacia la relación con
los demás, la gran viga que hace tropezar en el camino al Padre”. En la
práctica: lo que hagas, o dejes de hacer, sólo es pecado siempre y cuando
implica injusticia y atenta contra el amor por los hermanos. Recordemos que su único mandamiento es el amor y «El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él» (1L), porque «Tú eres mi hijo, Yo te he engendrado hoy» (Sal)
El Señor hizo en nosotros maravillas: transformó nuestras visiones egoístas
y nos ha ido cambiando hacia un amor como el suyo por los suyos, nuestros
hermanos. Gracias, Señor.
Tratando de
estar atentos a las distintas manifestaciones de tu Paz, tu Amor y tu Alegría
para nosotros,
Miguel.
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