16 de febrero de 2013
Sábado Después de Ceniza
Lecturas:
Isaías 58, 9-14
/ Salmo 85, 1-6 ¡Enséñame tu camino, Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 5, 27-32
Jesús salió y vio a un publicano llamado
Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le
dijo: «Sígueme.» El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su
casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con
ellos. Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de
Jesús: «¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?»
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: «No
son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he
venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
¡Qué necesario en este tiempo litúrgico
y, sobre todo, en este tiempo que vive la Iglesia ponernos en la disposición de
decir: «Enséñame tu camino, Señor» (Sal)!
Decía J.A. Pagola recientemente: “Lo más
importante en estos momentos críticos no son las doctrinas elaboradas a lo
largo de los siglos, sino la vida y la persona de Jesús”.
Jesús es aquel que, como su Padre, no
hace acepción de personas (Dt 10,17), por lo que no separa,
como nosotros, entre justos e injustos, o buenos y malos; todo aquel que lo
necesita puede contar con él, pero especialmente quien padece necesidades. Para
atender a estos últimos, le confía la tarea a quien se diga discípulo suyo,
porque sólo lo eres «si ofreces tu pan al
hambriento y sacias al que vive en la penuria» (1L).
Ese camino luminoso suyo es el que puede
hacer regresar a los que se alejaron defraudados por la falta de coherencia,
despertar la alegría en aquellos que no podían encontrar al Señor entre tanto
rito infértil y sentirse acogidos a tantos que fueron señalados (y segregados)
con demasiada facilidad y muy poca misericordia como pecadores.
En suma, devolverle el centro del
cristianismo a Jesús, permitiría que los cristianos recuperáramos la
credibilidad que nos daba el estar en la senda de la caridad activa y efectiva
de personas como Francisco de Asís, Luther King, Damián de Molokai y, gracias a
Dios, tantos otros.
Enséñanos el camino, Señor. Porque sabes
muy bien que, con facilidad, las situaciones nuevas que va planteando la
sociedad que hemos ido construyendo, nos desviamos muchas veces. Guíanos tras
tus pasos hoy y siempre. Así sea.
Buscando dejar
atrás lo que impide seguirlo con Paz, Amor y Alegría en el corazón,
Miguel.
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