jueves, 14 de febrero de 2013

La tentación es imprescindible para avanzar en el camino de nuestra conversión



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
17 de febrero de 2013
Primer Domingo de Cuaresma

Lecturas:
Deuteronomio 26, 1-2. 4-10 / Salmo 90, 1-2. 10-15 En el peligro, Señor, estás conmigo / Romanos 10, 5-13

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    4, 1-13
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan.» Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan.»
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá.» Pero Jesús le respondió: «Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto.»
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra.»
Pero Jesús le respondió: «Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.»
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.
Palabra del Señor.

MEDITACION
La tentación siempre se hará presente en la vida de un discípulo del Señor, pero no debemos temer ya que tenemos de nuestro lado a quien es «mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío» (Sal), porque cuando «nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre […] pedimos auxilio al Señor […] y Él escuchó nuestra voz» (1L). Él es el «que colma de bienes a quienes lo invocan» (2L), y es el único fiel. Por eso es tan adecuado que se nos recuerde: «Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto» (Ev).
Es muy sintomático que la publicidad juegue con la palabra tentación como algo apetecible. Es que ésta es  la herramienta privilegiada para fomentar el consumismo, el que, a su vez, es una de las características más propias de las sociedades individualistas en que nos toca vivir.
La tentación suele ser un halago al ego propio. Y eso pretende el demonio con Jesús en el relato del evangelio de este día. El Tentador fracasa, porque intenta llevarlo a su lógica personalista: si tienes hambre, usa el poder de Dios para comer; si quieres tener repercusión para tu mensaje, no confíes en Dios y entrégate al ídolo del poder y de las comunicaciones; si quieres saber si realmente le importas a Dios, ponlo a prueba en una situación en que tenga que salvarte…Pero el Maestro es “el hombre para los demás”, quien no vino a ser servido, sino a servir (Mt 20,28).
Además, las tentaciones quieren poner a prueba su fidelidad, porque el “demonio” es lo que se opone al Señor; de ahí que la victoria sobre él es el signo de la llegada del Reino de Dios (ver Lc 11,20).
La tentación es imprescindible para avanzar en nuestra conversión: es a través de las dificultades y los obstáculos que pone en nuestro camino el “demonio individualista” que vamos comprobando de qué estamos hechos y qué tan cerca estamos del proyecto comunitario del Reino: si fallamos, necesitamos volver al Padre misericordioso y recomenzar; en cambio, las veces que logramos vencerlos, aprendemos que estamos madurando la fe.
¿Cómo traducir esas tentaciones a la vida actual?. Unos ejemplos:
En nuestro tiempo aún hay demasiada hambre, hasta el punto que millones mueren a causa de ella. El demonio individualista nos incita a mirar para otro lado, porque no es “culpa” nuestra y “ojos que no ven, corazón que no siente”…; o también, con más habilidad, para silenciar nuestra conciencia, pretende que, haciendo algunas buenas obras o aportes económicos a instituciones que trabajan para ayudar a mitigar necesidades, nos quedemos tranquilos, sin mirar, ayudar ni, menos, trabajar –además- por atacar las causas que ocasionan este pecado social. Recordemos que el Maestro multiplicó panes para cubrir una situación puntual, pero previendo que siempre habrá pobres entre nosotros (cf Mc 14,7), dejó el encargo permanente: «denles de comer ustedes mismos» (Mt 14,16).
La segunda la vemos cuando el demonio individualista nos mueve a revivir la metáfora de Fausto, actualizando la tentación de "vender el alma" al diablo del rating televisivo o de la especulación financiera, entre otros, a cambio poder y riquezas. Y, en lo más cotidiano, haciendo que vendamos esa alma que está hecha para amar al "dueño del mundo", el que nos obliga a competir y tener éxito sin importar a costa de qué ni de quién... De esa manera las palabras “servicio” y “solidaridad” que brotan del mensaje y la obra de Jesús, suenan a idealismo vacío.
Por último, la astucia del demonio individualista enreda a quienes, con espíritu bien dispuesto, están en búsqueda de Dios; entonces se les pone en el camino una serie de aparentes conocedores de las Escrituras, los que, con textos previamente subrayados y aislados de su contexto, apoyan sus argumentos habitualmente desapegados de la realidad concreta y con una espiritualidad sin los demás. El resultado es que podemos terminar creyendo que da lo mismo cualquier interpretación y que es posible armarse un “dios” a la medida de nuestra personal comodidad; o, también nos puede ocurrir que esa divinidad que han construido esos predicadores, nos dice o nos envía a hacer barbaridades enormes, pasando por encima de la dignidad de los otros. Yo prefiero intentar encontrar en la Biblia al Dios Padre Bueno que nos muestra Jesús.
Como hemos afirmado en otras oportunidades, el Espíritu Santo también está en nosotros, por lo que, tomando en cuenta que las pruebas son parte de la vida, debemos tener presente que cuando nos toque enfrentar al tentador, tendremos al Defensor de nuestro lado (Jn 14, 16; cf 1 Co. 10:13).

“¿Te fijas en que Cristo fue tentado y no te fijas en que venció? Reconócete a ti mismo tentado en Él, reconócete también vencedor en Él” (San Agustín). Porque nunca nos has dejado ni nos dejas solos, gracias, Señor.

Tratando de vencer las pruebas que intentan alejarnos del Reino de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.

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