12 de febrero de 2013
Martes de la Quinta Semana Durante el Año
Lecturas:
Génesis 1, 20—2,
4 / Salmo 8, 4-9 ¡Señor, qué
admirable es tu Nombre!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 1-13
Los
fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y
vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir,
sin lavar.
Los
fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes
cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al
volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay
muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado
de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus
discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados,
sino que comen con las manos impuras?»
Él
les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de
la Escritura que dice:
"Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto:
las doctrinas que enseñan
no son sino preceptos humanos".
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de
los hombres.»
Y
les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan
tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a
tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a
muerte. En cambio, ustedes afirman: "Si alguien dice a su padre o a su
madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que
podría ayudarte..." En ese caso, le permiten no hacer más nada por su
padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que
ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!»
Palabra del Señor.
MEDITACION
La Palabra de Dios es «más cortante que
cualquier espada de doble filo» (Heb 4,12), por lo que debiese herirnos
habitualmente. Si la Palabra no nos incomoda es que nos hemos vuelto
insensibles o no la comprendemos.
No la comprendemos si creemos que los
hipócritas eran sólo los fariseos y los escribas de su tiempo, sin reconocer
que también actuamos aferrados a las tradiciones en vez de intentar descubrir y
seguir la enseñanza del Señor cada día; hemos perdido la sensibilidad si no nos
damos cuenta que muchas veces honramos a Dios con los labios, pero sin el
corazón, lo que se demuestra, por ejemplo, cuando nuestras actitudes y decisiones
traicionan nuestra esencia de haber sido creados por Él, como todo lo que sale
de sus manos, “buenos” (1L)…
Pero la Palabra no está ahí para
acomplejarnos o aplastarnos, sino para dar vida. Por eso, cuando nos
preguntamos «Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y la estrellas que has
creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo
cuides?» (Sal). Él nos responderá que es su obra predilecta, la única hecha a
su imagen y semejanza, es decir, con todo el potencial para amar y servir, como
Él. Y que nunca pierde la confianza en que sí podremos enmendar rumbos y seguir
sus pasos fielmente.
Sana, limpia, poda y purifica nuestras
hipocresías, Señor. Ayúdanos a poner tu Palabra de Vida y libertad en nuestros
corazones antes que en nuestros labios, para que demostremos la semejanza
contigo que has impreso en nuestro ser. Así sea.
Buscando dejar
atrás lo que impide seguirlo con Paz, Amor y Alegría en el corazón,
Miguel.
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