miércoles, 20 de marzo de 2013

Como Jesús, nuestro ejemplo, vivir la fe con libertad



20 de marzo de 2013
Miércoles de la Quinta Semana de Cuaresma

Lecturas:
Daniel 3, 1.4-6.8.12.14-20.24-25.28 / Salmo Dn 3, 52-56 Alabado y exaltado eternamente

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    8, 31-42
    Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él:
    «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres.»
    Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: "Ustedes serán libres"?»
    Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes.
    Yo digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre.»
    Ellos le replicaron: «Nuestro padre es Abraham.»
    Y Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de Abraham obrarían como él. Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre.»
    Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios.»
    Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me envió.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Vivimos tiempos en que muchas “verdades” se disputan la primacía. Pero hoy el Maestro da una pista infalible para reconocer cómo seleccionar entre ellas: «la verdad los hará libres». Es decir, cualquiera que sea la idea, la concepción, o la creencia que sigas, si no te hace libre, no es auténtica verdad.
El testigo de la verdad, Jesús de Nazareth, nuestro ejemplo, vive su fe con libertad, como meditábamos el domingo reciente; interpretando la ley sin repetir esquemas sólo porque así se ha hecho siempre, sino intentando buscar la voluntad de Dios en ella, y aplicando creativamente el amor, signo distintivo de su Dios, y resumen de todos los mandamientos, a las distintas situaciones que se van presentando.
Así mismo somos llamados a actuar, diciéndole a cualquiera que se ponga como autoridad religiosa, con valentía: «no serviremos a tus dioses» (1L), si son los dioses del poder o la soberbia de creerse superior, sino que, como somos hijos del mismo Padre, por lo tanto, hermanos unos de otros, trabajemos juntos por el Reino, sirviendo a los más débiles, cada uno desde su ministerio. Así, resplandecería la verdad del amor del Señor, que se manifiesta en las relaciones de equidad entre todos los miembros del Pueblo de Dios.
Un iluminador signo al respecto, recordemos, hizo el Papa Francisco al asumir, solicitando que fuese el Pueblo quien le diera la bendición a él en primer lugar.

Enséñanos a crecer como adultos en la fe, Señor. Que sepamos respetar y hacernos respetar como hermanos tuyos, hijos del mismo Padre, con los mismos derechos, sólo con distintas responsabilidades, para que esa verdad haga libre de ataduras antievangélicas a nuestra Iglesia.

Buscando ser misericordiosos, en agradecimiento a la Paz, Amor y Alegría que nos brinda la misericordia del Padre Dios,
Miguel.

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