jueves, 21 de marzo de 2013

¿Qué relación existe entre el gran mandamiento del amor y las celebraciones de Semana Santa en que participaremos?



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
24 de marzo de 2013
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

Lecturas:
Isaías 50, 4-7 / Salmo 21, 8-9. 17-20. 23-24 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? / Filipenses 2, 6-11 / Pasión del Señor según san Lucas 22, 66; 23, 1-49

EVANGELIO (en la Procesión de Ramos)
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    19, 28-40
Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: "¿Por qué lo desatan?", respondan: "El Señor lo necesita."»
Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?»
Y ellos respondieron: «El Señor lo necesita.»
Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino.
Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían:
«¡Bendito sea el Rey que viene
en nombre del Señor!
¡Paz en el cielo
y gloria en las alturas!»
Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron:
«Maestro, reprende a tus discípulos.»
Pero él respondió:
«Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Jesús entra en Jerusalén con la dualidad de ser acogido con aclamaciones como «¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor!», pero, a la vez, con completa conciencia de que sus actitudes, su disposición a «reconfortar al fatigado con una palabra de aliento» (1L), como una manera de repetir con el salmista: «Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos» (Sal), porque pese a «que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor» (2L). Todo esto, esa disponibilidad total, en nombre de Dios, sienten las autoridades, «es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable, porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes» (Sab 2,14-15), y esto será castigado, por lo que deberá cumplir su misión hasta las últimas y trágicas consecuencias. Pero, siendo consecuente con su prédica misericordiosa, orará en la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» (Ev P).
Comienza la Semana Mayor de nuestra fe, y, una vez más, nos enfrentamos a mirar nuestras creencias en contraposición con nuestras vivencias: ¿qué tendrán que ver los múltiples ritos de estos días con la vida diaria compartida con los demás? O, dicho de otra manera, ¿qué relación existe entre el gran mandamiento del amor y las celebraciones religiosas en que participaremos?
Nuestra Iglesia de Chile tiene una campaña, Cuaresma de Fraternidad, que busca a través de alcancías para recolectar dinero que ayudan a distintas causas solidarias, darle un sentido de preocupación por los demás a lo que suele correr el peligro de quedarse en prácticas personalistas. Pero, si bien esto es muy útil, falta bastante para ponernos en sintonía con el criterio de Dios: «yo quiero amor y no sacrificios» (Os 6,6). O: «Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.» (Is 58,6-7)
Sería adecuado, entonces, preguntarnos ¿en qué beneficia a nuestro crecimiento en la solidaridad, la comprensión, la acogida, el apoyo, el perdón, hacer este caminar de estos días para unirnos a los acontecimientos de la Pasión de Jesús?
Hay una forma individualista de vivir la Semana Santa, llenándose el espíritu para sí mismos y puede haber otra que sirva para fortalecer nuestra búsqueda del Reino y su justicia (Mt 6,33), ¿cuál tendría más sentido a los ojos del «Rey que viene en nombre del Señor»?.

Que venga a nosotros tu Reino, Señor, para que éste se haga carne en nosotros, de manera que esta Santa Semana  que comienza nos fortalezca para dar los frutos de justicia que necesita el mundo y le dan sentido auténtico al sacrificio de Jesús. Así sea.

Buscando el Reino de la Paz, el Amor y la Alegría y su Justicia, como frutos de esta Semana Santa,
Miguel.

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