jueves, 30 de mayo de 2013

A la Eucaristía en ambiente fraternal y después a hacer que otros no tengan hambre de éste ni de ningún otro pan

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
2 de junio de 2013
EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

Lecturas:
Génesis 14, 18-20 / Salmo 109, 1-4 Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec / I Corintios 11, 23-26

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    9, 11-17
Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados.
Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto.»
El les respondió: «Denles de comer ustedes mismos.» Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
Porque eran alrededor de cinco mil hombres.
Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta personas.» Y ellos hicieron sentar a todos.
Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirviera a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.
Palabra del Señor.

MEDITACION
La hospitalidad del «sacerdote de Dios», que ofrece pan y vino al peregrino Abram (1L), es una imagen de lo que, quien es «sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec» (Sal), Jesús, siente que debe ser la Eucaristía: acogida y celebración fraternal de la unión profunda con el que nos amó hasta el extremo de entregar su Cuerpo y su Sangre (2L) y, por medio de él, íntima comunión con todos los demás hermanos que comparten el mismo alimento, del que sus seguidores son llamados a ser intermediarios, ya que él lo va «entregando a sus discípulos para que se los sirviera a la multitud» (Ev).
¿Qué motivó a Pablo a recordar «Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido», legándonos, de paso, el documento más antiguo que ha llegado hasta nosotros que contiene las palabras de Jesús en la Última Cena y que usamos en nuestras Eucaristías?: el tomar conocimiento que en las asambleas corintias los más poderosos y ricos humillaban y despreciaban a los más pobres. Por eso debe recordarles el auténtico sentido de la Cena del Señor: la Eucaristía, memorial de la entrega de amor de Jesús, debe ser vivida por los creyentes con el mismo espíritu de donación y de caridad con que el Señor realizó una «Alianza que se sella con mi Sangre», misterio de amor que se actualiza «siempre que coman este pan y beban esta copa» (2L). Por lo tanto, lo que corresponde es vivirla en unidad y solidaridad mutua.
El evangelio, en este contexto de la celebración de Corpus Christi, nos presenta a Jesús como modelo de comportamiento a imitar por el cristiano; uno que está siempre volcado hacia los demás, preocupado e interesado por ellos, dejando de lado la comodidad e indiferencia para ocuparse de sus necesidades. Y, después, transmitiendo esa misma responsabilidad a sus seguidores: «Denles de comer ustedes mismos».
Por otro lado, es interesante y decidor que la multiplicación de los panes sea el único signo que nos cuentan los cuatro evangelistas, y que todos ellos se esmeren en relatarnos cada gesto efectuado por Jesús en aquella ocasión. Se siente que descubrieron en esas acciones símbolos litúrgicos de profunda significación teológica, los que, por supuesto, los testigos no captaron en su momento, pero sí fue reflexionado posteriormente a la luz de la Última Cena y rememorando las apariciones del Resucitado, a quien vieron repetir esos gestos.
También, si recordamos que los evangelios fueron escritos por personas creyentes en que Jesús era el Mesías esperado y que resucitó como concreción del plan de Dios para salvar a la humanidad, otro dato importante es notar que Lucas destaca seis pasajes de banquetes que son particularmente significativos –entre los que se encuentra el texto de hoy-, y esto sin contar parábolas y dichos de Jesús en los que el tema se recalca. Se nota que la mesa es un escenario permanente e importante para la enseñanza de Jesús. Sus adversarios critican esto: «Es un glotón y un borracho» (7,34). Lo importante para nosotros, y que ilumina aún más la fiesta que celebramos, es que esto nos muestra que el Reino de Dios es para todos, porque en la mesa con Jesús son todos bienvenidos, especialmente quienes son marginados o no se sienten dignos de Dios.
Concluyendo, entonces, se puede entender que acceder a la Mesa del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, conlleva la responsabilidad de hacerlo en ambiente fraternal y que ese alimento debe impulsarnos a entregar parte de la vida a hacer que otros no tengan hambre de éste ni de ningún otro pan. El Señor Jesús, quien nos amó hasta el extremo, no esperaría menos de nosotros.

Señor, que nos enseñaste que eres el pan vivo bajado del cielo y que quien se alimente de éste vivirá eternamente, mueve lo mejor de nosotros para que comprendamos que la vida que fluye de ti sólo es auténtica si da vida a otros. Así sea.

Alimentados del Pan Vivo que da Paz, Amor y Alegría, para que lo compartamos con muchos más,

Miguel.

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