jueves, 23 de mayo de 2013

Nosotros somos los sacerdotes del único Sumo y Eterno Sacerdote


23 de mayo de 2013
N.S. JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

Lecturas:
Isaías 52, 13—53, 12 / Salmo 39, 6. 9-11 Yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    22, 14-20
Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios".
Y tomando una copa, dio gracias y dijo: "Tomen y compártanla entre ustedes.
Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios".
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.
Palabra del Señor.

MEDITACION
¿Qué es un sacerdote? Es un mediador autorizado para ofrecer sacrificios a Dios en reconocimiento de su majestad y poder y como forma de expiación por los pecados de su comunidad.
Dice un autor del Nuevo Testamento: «Todo Sumo Sacerdote [del culto judío] es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por los propios pecados. […] Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. […] Él dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía
salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen» (Hb 5,1-9).
Y después, enseña Pedro: «también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo» (1 Pe 2,5).
Jesús es el único Sumo y Eterno Sacerdote, y nosotros somos el pueblo destinado a continuar su sacerdocio en su nombre: «Hagan esto en memoria mía», de manera de servir de puente entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo y el Padre Dios, para ofrecerle sus oraciones y anhelos, y llevar de vuelta a nuestros hermanos su buena noticia de justicia, reconciliación y paz, porque «por sus heridas fuimos sanados» (1L).

«Por tus designios en favor nuestro, nadie se te puede comparar» (Sal). Por tu Hijo, mediador eficaz entre nuestra esperanza y tu amor y por el don de asociarnos a nosotros a su servicio misericordioso, gracias, Señor.

Llenos del Espíritu Santo, a construir el Reino de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.

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