6 de junio de 2013
Jueves de la Novena Semana del Tiempo Común
Lecturas:
Tobías 6,
10-11; 7, 1. 9-16; 8, 4-9 / Salmo 127. 1-5 ¡Feliz el que teme al Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 28-34
Un
escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y
le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?»
Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios
es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con
toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que
estos.»
El
escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios
y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la
inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale
más que todos los holocaustos y todos los sacrificios.»
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no
estás lejos del Reino de Dios.»
Y
nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Sucesivamente,
los fariseos, herodianos y saduceos quisieron probar la doctrina del predicador
galileo, como hemos recordado los días anteriores, entonces «Un escriba que los oyó discutir, al ver que
les había respondido bien, se acercó y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los
mandamientos?”»
Los
escribas eran maestros en lo concerniente a las Escrituras, por lo que el hecho
de que quisiera conocer acerca de lo más esencial de la fe de labios de Jesús,
era un reconocimiento a la sabiduría que descubría en él.
Aprovechemos
de ver si nosotros tampoco estamos «lejos
del Reino de Dios», revisando nuestras concepciones, a ver si reconocemos
lo que está primero para nosotros: ¿será Dios y el prójimo? ¿o habrá algo o
alguien que ocupa ese lugar en nuestra vida y en nuestro corazón?.
El
segundo paso, esencial, es tomar las decisiones que corresponda para enmendar o
profundizar lo que estamos haciendo, porque es «Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos» (Sal) y permite «Que el Dios del cielo los conduzca en paz
por el buen camino» (1L).
Que
no olvidemos nunca, Señor, que llamarnos cristianos implica que, como tú,
amemos a Dios en el hermano y al hermano por amor a Dios. Así sea.
Alimentados del
Pan Vivo que da Paz, Amor y Alegría, para que lo compartamos con muchos más,
Miguel.
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