lunes, 3 de junio de 2013

El único temor del justo

3 de junio de 2013
Lunes de la Novena Semana del Tiempo Común

Lecturas:
Tobías 1, 3; 2, 1-8 / Salmo 111, 1-6 ¡Feliz el hombre que teme al Señor!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos    12, 1-12
    Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos:
    «Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
    A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.
    De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.
    Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: "Respetarán a mi hijo." Pero los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra." Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
    ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. ¿No han leído este pasaje de la Escritura:
        "La piedra que los constructores rechazaron
        ha llegado a ser la piedra angular:
        ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?".
    Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.
Palabra del Señor.

MEDITACION
No es una novedad. Históricamente, quien se conduce con rectitud debe sufrir la burla (1L) y hasta la
agresión (Ev) de los envidiosos, o de los influyentes que temen perder cuotas de poder; en fin, de cualquiera al que su mala conciencia se sienta retada por el actuar del “justo”.
Precisamente, Jesús, Tobías y todo aquel que es honesto y procede honestamente, parecen demostrar que el único temor que los mueve es a no traicionar su propia conciencia. Una forma de decirlo en términos religiosos en aquella época era manifestar “temor a Dios” (Sal), que no tiene nada que ver con aterrorizarse, sino con el sano sentimiento de no querer perder el amor de Dios por aferrarse a lo peor de nuestra naturaleza.

Que nuestra forma de vivir la fe sea una obra admirable a los ojos de quienes no creen, Señor. Así sea.

Alimentados del Pan Vivo que da Paz, Amor y Alegría, para que lo compartamos con muchos más,

Miguel.

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