11 de junio de 2013
Martes de la Décima Semana Durante el Año
Lecturas:
lI Corintios 1, 18-22
/ Salmo 118, 129-133. 135 Que brille sobre mí la luz de tu rostro,
Señor
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 13-16
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la
sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada,
sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña.
Y no se enciende una lámpara para meterla
debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a
todos los que están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres
la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y
glorifiquen al Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor.
MEDITACION
En
continuidad con la reflexión de ayer, Jesús hoy hace notar que los que están
tan cerca de él que pueden escucharle cuando se dirige a ellos, deben ser sal
que sazona la tierra y luz que ilumina al mundo «por la fidelidad de Dios» (1L).
Nosotros,
si somos cristianos, somos cercanos a él: podemos oírlo en la Biblia, en los
hermanos que nos envía o a través de los misteriosos caminos que utiliza para
hacernos llegar sus palabras que «son
admirables: por eso las observo. La explicación de tu palabra ilumina y da
inteligencia al ignorante» (Sal).
Entonces,
comprendamos que Jesús nos envía a darle sabor y a iluminar la vida de los
demás «a fin de que ellos vean sus buenas
obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo»
Qué
bellamente grande responsabilidad pones en nuestras manos, y en todo nuestro
ser, Señor: hacer que, viéndonos, glorifiquen a tu Padre, que, también es
nuestro Padre, por gracia suya. Te pedimos que agregues a ésta mayor fidelidad
y valentía para realizarla contra las dificultades propias y las que nos
ponen los adversarios de la vida. Así
sea
Invitados a ser
instrumentos de la Paz, Amor y Alegría del Dios compasivo y servidor,
Miguel.
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