10 de junio de 2013
Lunes de la Décima Semana Durante el Año
Lecturas:
lI Corintios 1, 1-7
/ Salmo 33, 2-9 ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 25—5, 12
Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la
Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de Transjordania.
Al
ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se
acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el
Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices
los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de
Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a
ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices
ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda
forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran
recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los
precedieron».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Es
importante que Pablo nos recuerde que nuestro Dios es «el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de las misericordias y
Dios de todo consuelo. [Él] nos reconforta en todas nuestras tribulaciones,
para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos
de Dios» (1L).
Eso
permite que siga siendo posible que «los
afligidos [sean] consolados, los que tienen hambre y sed de justicia [sean]
saciados y los misericordiosos [obtengan] misericordia», del mismo Señor, a
través de «los que trabajan por la paz,
[que merecen ser] llamados hijos de Dios».
« Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes
y se alegren. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se
refugian!»
(Sal).
Invitados a ser
instrumentos de la Paz, Amor y Alegría del Dios compasivo y servidor,
Miguel.
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