miércoles, 3 de julio de 2013

“Comprende para creer y cree para comprender”

3 de julio de 2013
Santo Tomás, apóstol

Lecturas:
Efesios 2, 19-22 / Salmo 116, 1-2 Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»
El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»
Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Este episodio, como se sabe, es el que da el origen al dicho popular: “yo, como Santo Tomás, ver para creer”. Está bien. Eso es de personas racionales. Pero eso no es fe. Más bien es lo que otra persona acuñó diciendo que hay cosas que es necesario creer para poder verlas; Jesús los identifica así: «Felices los que creen sin haber visto».
No se trata de hacer un elogio a la ingenuidad y que cualquiera nos convenza de cualquier cosa. Se trata, como dice san Agustín: “comprende para creer y cree para comprender”.
Para ayudarnos a comprender nos sirve recordar que los fundamentos de la fe «están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos» (1L), es decir, ha habido una serie de personas que han entregado la vida, porque creyeron razonable, le vieron sentido, a seguir la causa de liberación de Jesús y esa suma de “creeres” puestos en acción le da sentido a la fe personal y contribuye a que otros también «alaben al Señor, todas las naciones» (Sal).
Y, por cierto, si se tiene el don de la fe, se hace más fácil ver en los distintos aspectos de la vida, en la Creación completa y en diversos signos de bondad entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo la acción de Dios y su Mesías entre nosotros.
«En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe» y que esto se note en tu vida.

Señor, auméntanos la comprensión y la fe. Hoy y siempre. Para que crezca nuestra alegría, y la de muchos más, al ver tu acción poderosa y misericordiosa en nosotros. Así sea.

Buscando responder con Paz, Amor y Alegría al llamado permanente de Jesús,
Miguel.


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