2 de julio de 2013
Martes de la Décimo Tercera Semana Durante el
Año
Lecturas:
Génesis 19,
15-29 / Salmo 25, 2-3. 9-12 ¡Tu
amor está siempre ante mis ojos, Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 8, 23-27
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se
desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca.
Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron,
diciéndole: «¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!»
Él
les respondió: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?» Y levantándose,
increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.
Los
hombres se decían entonces, llenos de admiración: «¿Quién es este, que hasta el
viento y el mar le obedecen?»
Palabra del Señor.
MEDITACION
No
creer es una opción, como decíamos el Domingo, respuesta dejada a nuestra
libertad por parte de Dios.
Lo
opuesto de la fe no es el ateísmo, sino el miedo; a mayor cantidad de miedo
menos fe se demuestra. Porque la fe va de la mano de la confianza, que de hecho
es una palabra que significa actuar con fe.
A
través de nuestra existencia, muchas veces enfrentaremos furiosas tormentas. En
esas ocasiones, con mayor o menor esperanza, dependiendo del mayor o menor
grado de temor que nos domine, diremos «¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!»
y, siempre que le demos espacio y le permitamos guiarnos, él actuará con poder
y, así, se podrá de decir de cada uno de nosotros «el Señor tuvo compasión de él» (1L).
En
la dificultad, en el desánimo y en el dolor, «líbrame y concédeme tu gracia» (Sal). Y en la dificultad,
el desánimo y el dolor de los demás, acepta y refuerza nuestra disposición a
ser vehículos de tu liberación y tu consuelo, Señor. Así sea.
Buscando
responder con Paz, Amor y Alegría al llamado permanente de Jesús,
Miguel.
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