21 de febrero de 2015
Sábado después de Ceniza
Lecturas:
Isaías 58, 9-14
/ Salmo 85, 1-6 ¡Enséñame tu camino, Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 5, 27-32
Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto
a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» El, dejándolo
todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos
publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y los
escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: «¿Por qué ustedes comen
y beben con publicanos y pecadores?»
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: «No son los sanos los que tienen
necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos,
sino a los pecadores, para que se conviertan.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Para esto debiese servir la Cuaresma.
Para esto debiese servir el
cristianismo.
Para que el mundo sepa que la
enfermedad del pecado no es incurable.
Porque la medicina que porta Jesús (y
sus seguidores después de él) es la perdón de unos a otros y de todos con Dios.
Él los acogía a todos, porque así se
lo encomendó su Padre, nuestro Padre.
Entonces, nadie debiese ser marginado
o excluido de ninguna comunidad ni de ningún lugar.
Menos quien se diga cristiano/, que es
una persona que sabe que es un/a perdonado/a llamado/a a perdonar a su vez.
Que nos hagamos enfermeros auxiliares
del médico que sana a todos indiscriminadamente, ayudando a sanar nosotros
también, promoviendo el perdón y perdonando, Señor. Así sea.
Con el corazón
lleno de Paz, Amor y Alegría por saber que el Señor puede y quiere nuestra
felicidad,
Miguel.
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