3 de marzo de 2015
Martes de la Segunda Semana de
Cuaresma
Lecturas:
Isaías 1, 10. 16-20
/ Salmo 49, 8-9. 16-17.
21. 23 Al que va por el buen camino, le
haré gustar la salvación de Dios
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23, 1-12
Jesús dijo a la multitud y a sus
discípulos:
«Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y
cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no
hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los
demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los
flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y
los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse
llamar "mi maestro" por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro", porque no
tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo
llamen "padre", porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se
dejen llamar tampoco "doctores", porque sólo tienen un Doctor, que es
el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque
el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Así como ayer Jesús nos alentaba a
imitar a nuestro Dios, hoy nos exhorta a no hacer lo mismo con esos personajes
que en todas las religiones y en todo puesto de poder hay: esos que exigen
mucho a los “inferiores”, pero no se les ve un esfuerzo semejante en su propia
actitud; esos, también, que buscan ser tratados con deferencia permanente y se
vanaglorian.
En esa situación, aprovecha de poner
“los puntos sobre las íes”: si hay alguien que merezca ese trato especialísimo,
ese es él mismo, que es el único Maestro y Mesías.
Entonces, podría continuar: «yo estoy
entre ustedes como el que sirve» (Lc 22,27)
y «Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes
también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que
hagan lo mismo que yo hice con ustedes» (Jn
13,14-15).
De tal manera que el signo distintivo
de una comunidad cristiana será «que el
más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros» y hacia afuera
que «aprendan a hacer el bien: ¡Busquen
el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la
viuda!» (1L).
Que nos dejemos impregnar por tu
espíritu de servicio, Señor, y nos pongamos a disposición de los hermanos que
nos necesitan. Así sea.
Intentando
escuchar de manera fructífera tus Palabras de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.


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