6 de marzo de 2015
Viernes de la Segunda Semana de
Cuaresma
Lecturas:
Génesis 37, 3-4.12-13.17-28
/ Salmo 104, 16-21 ¡Recuerden las maravillas que hizo el Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 21, 33-43.45-46
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a
los ancianos del pueblo:
«Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una
viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la
arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para
percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo
golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió
a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los
trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio
hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo." Pero, al verlo, los viñadores
se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su
herencia." Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo
mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos
viñadores?»
Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a
otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.»
Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los
constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra
del Señor, admirable a nuestros ojos?
Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para
ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas,
comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo,
pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Jesús recuerda que su pueblo era
heredero de una promesa única del Dios Único: «ustedes serán mi Pueblo y yo
seré su Dios» (Lev 26,12; Jer 30, 22; Ex 6,7).
Pero, debido a las actitudes que han
tenido durante su historia con quienes él les fue enviando, principalmente los
profetas: «a uno lo golpearon, a otro lo
mataron y al tercero lo apedrearon» y, la que tienen con él mismo «Este es el heredero: vamos a matarlo para
quedarnos con su herencia», debido a todo eso, en suma, les advierte: «que el Reino de Dios les será quitado a
ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos»
Triste y dura notificación para una
Nación que se enorgullecía (y sigue orgullosa hasta hoy) del trato especial que
tenían con Dios.
Sería muy necesario que, por nuestra
parte, hagamos una revisión acerca de los frutos que estamos dando como nuevo
pueblo de Dios ¿Y si nosotros mereciésemos que nos dijesen lo mismo hoy?
Que recordemos que tu fidelidad es
para siempre, Señor, pero la nuestra no, para que analicemos constantemente qué
hacemos con el tesoro de tu Reino y qué frutos estamos dando con él y en él.
Así sea.
Intentando
escuchar de manera fructífera tus Palabras de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.

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