miércoles, 2 de junio de 2021

¿Realmente nos alimentamos de él?

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

6 de Junio de 2021

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

 

Lecturas de la Misa:

Deuteronomio 4, 32-34. 39-40 / Salmo 32, 4-6. 9. 18-20. 22 ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia! / Romanos 8, 14-17

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     14, 12-16. 22-26


    El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?»
    Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: "¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?" Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»
    Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
    Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo.»
    Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.»

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Jesús vino a corregir la forma desviada –por poco humana- en que vivía su pueblo la relación con el Señor, y, como buen «mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres» (2L), ha debido sentir Él en primer lugar: «Yo, Señor, soy tu servidor» (Sal), para luego, como muestra de aquello, entregarse por entero, cuerpo y sangre (Ev), de tal manera que después lleguemos a sentir nosotros: «estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor» (1L). Así se concreta la Alianza entre su total misericordia y amor y nuestra respuesta amando a los demás, restableciendo una humanidad más humana, como aprendimos de él.

Parecer que nos nutrimos de su ejemplo.

Es notable como hoy nos hemos ido habituando a que alimentos tan básicos como el pan y la leche puedan ser dañinos para muchas personas que conocemos. Es así que la mayoría hemos aprendido que estos contienen los temibles gluten y lactosa, por ejemplo.

También hemos ido haciendo conciencia acerca de la relación entre lo que consumimos (y siempre habíamos consumido) y la progresivamente deteriorada salud de demasiada gente cercana o de nosotros mismos. Por algún motivo ya nada es igual.

Pero a la vez, de a poco, y ojalá cada vez ocurra más, se ha ido masificando el conocimiento acerca de cómo cuidar mejor nuestro cuerpo recurriendo a una alimentación sana. Es lento aún, pero productos integrales, con omega 3, más de origen vegetal y otros similares, han ido acercándose a los bolsillos de todos.

En fin, en nuestros tiempos la relación entre lo que consumimos y los efectos para nuestra vida es bastante clara mayoritariamente.

Pues bien, los cristianos, y especialmente los católicos, aseguramos que nos alimentamos del propio Dios, en la persona de Jescucristo.

¿Qué efecto “físico” tiene esto en nosotros?

Porque, ya que se comprende que “somos lo que comemos”, lo normal, lo que correspondería, sería que, fruto de este alimento, nos asemejásemos, cada vez más y cada vez mejor, al estilo de vida de Jesús.

Recordemos cómo era este:

Jesús es alguien a quien no lo domina el miedo, que si es necesario no evita el escándalo, o el perder su reputación e incluso la propia vida. Él se mezcla con los pecadores y parece disfrutar de su compañía, se mostraba tolerante respecto a las leyes, no mostraba obsesión por el pecado de los demás y tenía un trato muy natural con Dios.

Muchas de estas cosas producían el que no tuviese muy buena reputación ante los hombres de la religión de su tiempo, quienes lo clasificaban como a un pecador más.

Sin embargo, a la vez, estos le reconocían ser honesto y valiente: «sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios» (Mc 12, 14).

Por otro lado, como no eran capaces de encontrar de qué cuestionarlo respecto a sus enseñanzas, y no era tan “grave” como ellos, tuvieron que recurrir a la calumnia: le acusaban de estar poseído por el demonio, de ser un borracho, un glotón, un pecador y un blasfemo.


Más bien, él encomendó a sus discípulos que nadie se dejase llamar maestro, padre o doctor, pues lo que nos define es la fraternidad: «todos ustedes son hermanos» (Mt 23,8-9). Y eso conlleva una forma distinta de relacionarnos entre nosotros: «el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes», comenzando por dar el ejemplo de esto él mismo: «como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir» (Mt 20,26-28)

Todo esto lo refrendaba con un tipo de vida sencilla: «el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Mt 8,20)

¿Cómo quedamos frente a este espejo, como personas, como comunidad, como Iglesia? ¿Parecemos realmente estar alimentados de su cuerpo y su sangre?

 

Nos es mucho más simple, lo sabes bien, Señor, repetir ritos que cambiar y mejorar la vida, de tal manera de reflejar de una manera que se muestre auténtica, que somos alimentados por tu ejemplo luminoso y dador de vida indiscriminadamente. Ayúdanos en esta tarea. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, encontrar formas de mostrar coherentemente que creemos en y le creemos a Jesús,

Miguel

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Servir para ser cristianos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 22 de Septiembre de 2024                          ...