miércoles, 9 de junio de 2021

El Reino se encuentra donde reine Dios

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

13 de Junio de 2021

Domingo de la Undécima Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Ezequiel 17, 22-24 / Salmo 91, 2-3. 13-16 Es bueno darte gracias, Señor / II Corintios 5, 6-10

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     4, 26-34


    Jesús decía a la multitud:
    «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».
    También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra».
    Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Porque nos cuesta asimilar las realidades del Evangelio «nosotros caminamos en la fe y todavía no vemos claramente» (2L) que el gran proyecto de Jesús, al cual llama el Reino, es como una pequeña semilla que llega a ser un gran árbol y que crece sin parar, pero sin nuestra intervención (Ev), es decir, que nosotros, pequeños y débiles como somos, podemos ser capaces de mucho más, apoyados en Su Poder de «reverdecer al árbol seco» (1L). Y cuando hagamos nuestro esfuerzo, se comprobará que «el justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano» (Sal) y dará sombra acogedora a todo aquel que lo necesite.

¿Reina entre nosotros, al menos?

Es importante para quien se diga cristiano/a tener alguna idea de lo que es el “Reino de Dios” o “Reino de los Cielos”, porque era un tema fundamental y muy reiterado en la prédica de Cristo.

De alguna manera, cuando escuchamos hablar de este Reino se nos viene a la cabeza, casi exclusivamente, alguna realidad después de la muerte; difícilmente lo relacionamos con realidades contingentes.

Pero Jesús parece indicarlo bastante en presente. De hecho, en algún momento afirmó: «El Reino de Dios está entre ustedes» (Lc 17,20). Sí. Y ni siquiera estaba hablando con sus seguidores (los “buenos”), sino con sus adversarios declarados: los fariseos.

Ya entonces lo señala como algo actual, por lo tanto.

Pero, por otro lado, en lo que suena aparentemente contradictorio, al enseñar a orar, invita a que pidamos que pueda venir el aún no llegado Reino del Padre (Mt 6,10; Lc 11,2).

Tal vez la forma de comprender esto sería tener presente que el Reino se encuentra o se hace presente donde efectivamente reine Dios. Por eso es posible que, pese a que, evidente y lamentablemente, no es Él quien reina en nuestro mundo, ya puede encontrarse el Reino, como un reflejo, en las acciones compasivas y solidarias de aquellos que han acogido la Palabra en sus corazones, tal como aprendieron de su Hijo.

Pero ellos (y nosotros) tienen clara conciencia de que aún le falta para establecerse plenamente, debido a la forma de relacionarnos que predomina en nuestras sociedades, donde el otro es más un competidor que un hermano. Y ni siquiera es una competencia justa…

Gracias a Dios, entonces, hay y ha habido muchos que, sabiéndose hijos de Él, y tratando de ser coherentes con esta realidad, van entregando sonrisas, cariño, ayuda, apoyo, defensa, aliento a quienes lo necesiten… en fin, son personas que van sembrando la semilla del Reino por todas partes y ésta «germina y va creciendo, sin que él sepa cómo» hasta que, como un círculo virtuoso, llegue el buen tiempo en que la cosecha sea que el Amor ya reine definitivamente entre nosotros.

Porque esta situación no provendrá de un golpe de energía de Dios Todopoderoso, sino de la manera en que Él logra inspirar en nosotros el ir realizando lo que esté a nuestro alcance con el objetivo de ir devolviéndole humanidad a nuestro mundo con tanto egoísmo e indiferencia por los males que padecen demasiados. Así ocurre cuando cada uno, realiza las pequeñas acciones que están a nuestro alcance, en nuestras pequeñas vidas, pero con la confianza en la dinámica que les impondrá el Dios Todomisericordioso.

De esa manera, ésta, que «es la más pequeña de todas las semillas de la tierra […] una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra»


Los reinos de la tierra se imponen por la fuerza; el árbol del Reino lo hace en la medida que los seres humanos nos convencemos de que su estilo es lo mejor para todos.

En nuestras sociedades metalizadas, lo primero que se nos viene a la cabeza, ante esta misión es que debemos preocuparnos antes de nuestro sustento diario. Pero nuestro Maestro nos señala al respecto: «Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura» (Mt 6,33). «No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino» (Lc 12,32)

Ahí es cuando ponemos a prueba si de verdad le creemos, como solemos decir.

 

A alguien que te afirmó que amar a Dios y al prójimo era lo más importante, le dijiste que no estaba lejos del Reino, Señor. Impúlsanos a acercarnos más aún, logrando hacer realidades prácticas esas palabras. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, hacer los aportes que estén a nuestro alcance para que pueda efectivamente reinar Dios en nuestro mundo,

Miguel

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