miércoles, 17 de noviembre de 2021

El reinado del amor activo y eficaz

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

21 de Noviembre de 2021                                        

Jesucristo, Rey del Universo

 

Lecturas de la Misa:

Daniel 7, 13-14 / Salmo 92, 1-2. 5 ¡Reina el Señor, revestido de majestad! / Apocalipsis 1, 5-8

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     18, 33-37


    Pilato llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres Tú el rey de los judíos?»
    Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?»
    Pilato replicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?»
    Jesús respondió:
        «Mi realeza no es de este mundo.
        Si mi realeza fuera de este mundo,
        los que están a mi servicio habrían combatido
        para que Yo no fuera entregado a los judíos.
        Pero mi realeza no es de aquí».
    Pilato le dijo: «¿Entonces Tú eres rey?»
    Jesús respondió:
        «Tú lo dices: Yo soy rey.
        Para esto he nacido
        y he venido al mundo:
        para dar testimonio de la verdad.
        El que es de la verdad, escucha mi voz».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Con su vida, se demostró que «Jesucristo es el Testigo fiel» (2L) del Padre, es decir, de su Amor y de su Misericordia para con todos. Y, creemos que, porque fuiste fiel, «Tus testimonios, Señor, son dignos de fe» (Sal), una fe que se demuestra siendo fieles a nuestra vez, porque, dice él mismo: «El que es de la verdad, escucha mi voz» (Ev). Y, mientras más nos atrevamos, quienes creemos en su palabra y su ejemplo, a hacer lo que está en nuestras manos para que esta verdad sea efectiva, se va cumpliendo el que su reinado de amor y verdad sea «un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido» (1L).

Donde supuestamente reina Cristo.

“¿Por qué hay tanto odio al prójimo en las sociedades cristianas?”

Navegando en internet nos encontramos con esta inquietante pregunta.

La respuesta más simple, nos parece, es que, ya que el cristianismo es la religión del amor, sencillamente no se trata de sociedades realmente cristianas.

Pero si tomamos en cuenta que en estas -como lo es la nuestra, por ejemplo-, la inmensa mayoría nos definimos como seguidores de Cristo, se entiende que muchos las califiquen de esta manera y tenga sentido dicha pregunta.

Sin ir más lejos, nuestro país, un país cristiano, según la percepción de todos, estamos en proceso de elecciones democráticas de muchas de nuestras autoridades. Y las noticias y casi todo lo que hay de información al respecto, tienen mucha carga de odio: poco se sabe de las ideas que impulsan unos u otros; sin embargo, bastante sabemos de lo que detestan de situaciones o, incluso, de otras personas, incluidos, por cierto, sus rivales también candidatos.

Ellos son reflejo de la sociedad que somos y hemos construido. Una sociedad en la cual, repitámoslo, la inmensa mayoría, nos decimos cristianos.

Sería nuestra responsabilidad explicar y tratar de corregir esa muy mala imagen.

Con respecto al evangelio para este día (el mismo de las elecciones, por cierto), convengamos en que es difícil hacer congeniar estas declaraciones del Maestro asumiéndose como “rey” -aunque aclare: «mi realeza no es de aquí»-, con su estilo, palabras y gestos humildes, sumados a la distancia que nos cuentan los evangelistas que tenía con todo aquel que ostentaba poder. No olvidemos nunca su enseñanza al respecto: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así» (Mt 20,25-26).

Pero supongamos que sí lo es, como se nos invita a celebrar en esta fecha. ¿Qué significaría para nosotros seguir a un rey como él?

Para comenzar, es necesario tener presente que lo principal es que a los reyes se les debe obediencia. ¿Quiénes demuestran escuchar su voz?

Pues bien, dice un discípulo posterior: «Ayúdense mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo» (Gal 6,2), porque su mandato final es claro: «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros» (Jn 13,34).

Todos aquellos que dicen que Cristo es su Rey… ¿pueden decir que obedecen esta orden perentoria suya?


Está claro que no es así. Por lo tanto, tenemos la gran y hermosa misión, si de verdad nos sentimos seguidores de Cristo, de aportar a que el Reino de Dios (palabras que utilizó mucho nuestro “rey”), lo que podríamos entender como el reinado del amor, se vaya construyendo: que donde los proyectos excluyentes predominen, pongamos orientación hacia el bien común; que donde haya intentos de imponer privilegios, nos unamos por justicia y equidad para una vida digna y una auténtica paz; que donde se imponga la fuerza, nos atrevamos a defender a los débiles; que donde haya necesitados sepamos organizar solidaridad… en fin, que ser cristiano signifique para todos gente que pone el amor activo y eficaz en el mundo, de tal manera de ir desplazando a las sociedades de odio en que vivimos y que lamentablemente hasta ahora aciertan a diagnosticar algunos.

 

El mundo parece ser de los violentos y, tristemente, pese a eso, muchos de ellos dicen creer en ti, Señor. Pero, por otro lado, habemos otros que también nos decimos cristianos, y que no hacemos demasiado por aportar a cambiar esa tendencia. Mantén tu paciencia y guíanos en la coherencia. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, hacer el espacio y tener las actitudes adecuadas para que el Señor pueda efectivamente reinar en y desde nuestro corazón,

Miguel.

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