miércoles, 1 de diciembre de 2021

Valores

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

5 de Diciembre de 2021                                           

Domingo de la Segunda Semana de Adviento

 

Lecturas de la Misa:

Baruc 5, 1-9 / Salmo 125, 1-6 ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros! / I Filipenses 1, 4-11

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     3, 1-6


El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías:

«Una voz grita en desierto:

Preparen el camino del Señor,

allanen sus senderos.

Los valles serán rellenados,

las montañas y las colinas serán aplanadas.

Serán enderezados los senderos sinuosos

y nivelados los caminos desparejos.

Entonces, todos los hombres

verán la Salvación de Dios».

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

Tenemos la esperanza de que un día «todos los hombres verán la Salvación de Dios» (Ev), «llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos» s. Y esto se comenzará a manifestar cuando, en este mundo de injusticias egoístas, los cristianos sepamos vivir «llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo» (2L), permitiendo que hombres y mujeres puedan cantar: «nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones» (Sal).

Según las enseñanzas de Jesús de Nazaret.

Los valores son los principios, virtudes o cualidades que caracterizan a una persona o grupo de personas, los cuales se consideran positivos o muy importantes para una comunidad. Estos motivan a las personas a actuar de una u otra manera porque forman parte de su sistema de creencias, determinan sus conductas y expresan sus intereses y sentimientos.

Vemos que un sitio de noticias católico de internet destaca que, en las recientes elecciones de nuestro país, pasó a segunda vuelta un “católico provida y padre de 9 hijos”, con lo que deja en claro cuáles son sus valores. Y son precisamente los mismos que la sociedad en general identifica en esta corriente religiosa mayoritaria en Chile.

La pregunta que podría uno hacerse es si esas serían las virtudes más primordialmente destacables de cualquier persona, desde el prisma del evangelio.

Por cierto, no queremos, ni nos corresponde en este lugar, entrar en el tema político partidista. Mucho menos, pretender influir en el voto que cada quien, en conciencia emitirá en diciembre, sino comentar lo que relevó acerca de un político el mencionado sitio web.

(Dejemos en claro, sin embargo, que si hay un valor que casi nadie discute como propio de lo que se deriva de las enseñanzas de Jesús, ese es el cuidado y fomento del bien común y éste demanda, nos parece, participar activamente en las elecciones).

Pues bien, sabemos que “provida” significa sólo contrario al aborto. Es decir, como se les suele criticar, son personas que están a favor, no de todas las vidas, ni de la calidad de ésta, sino de la supervivencia del embrión y el feto, ya que una vez que nace, deja de ser “su problema”.

Probablemente a quienes se consideran provida les parece injusto este juicio, pero es la imagen que proyectan. Porque el gran valor, desde la perspectiva del seguimiento de quien vino a dar vida en abundancia (Jn 10,10), debiese ser, según nos parece, proteger y fomentar todas las vidas y éstas en todos los aspectos que la hagan dignamente vivible. Pero a quienes se consideran en esa categoría no se los ve luchar con el mismo entusiasmo (y muchas veces, sin ningún entusiasmo ni lucha) por el derecho a la vivienda, a la salud, a la jubilación más que suficiente…, etc.

En cuanto al segundo valor destacado, la gran cantidad de hijos, ¿qué nos quiere decir esto? ¿que quienes, por muchos motivos, entre ellos el económico primordialmente, tienen dos o menos o ningún hijo son menos valorables? O, en la misma línea anterior, ¿no sería más importante que la cantidad la calidad de vida que se les da a los hijos: respeto, protección e impulso para que puedan vivir sus sueños y darle el sentido que quieran a sus existencias?.

Por último, más anecdótico, y dirigido a su público particular, es el que el medio de comunicación confesional mencione que es católico. Todos sabemos, incluso por experiencia personal, que, lamentablemente, eso no garantiza necesariamente que se trate de una buena persona.

Volvemos a insistir en que no estamos hablando del candidato que el medio digital menciona, porque no nos consta que carezca de los valores que resaltamos. Estamos poniendo la lupa, más bien, en la selección de “valores” que hizo el medio de comunicación católico.

Por contraposición, el evangelio para este día destaca un solo y significativo valor al presentar a Juan: es alguien que se dedicó a «recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados». Es decir, es alguien que dedica su vida a invitar a sus compatriotas a corregir sus vidas, para acercarlos a Dios (con actitudes muy concretas como veremos la próxima semana). Un mensaje que dos milenios después sigue vigente, porque sigue siendo necesario, como sabemos, quitar injusticias y poner dignidad en las relaciones humanas.


Otro valor que se subentiende por los lectores de Lucas, más cercanos en el tiempo a esta historia, y es interesante resaltar es que nos informa que él es el «hijo de Zacarías, que estaba en el desierto». Por lo tanto, el padre de este Juan es, como nos cuenta unos capítulos antes, un sacerdote del Templo, «de la clase sacerdotal de Abías» (Lc 1,5), un cargo heredable a los hijos. Sin embargo, Juan no comienza ni realiza su misión desde la estructura fija religiosa de su tiempo, sino en movimiento hacia donde están las personas, no un Dios que espera majestuoso a que lo visiten, sino un Dios Buen Pastor que sale en busca de sus ovejas (Lc 15,4).

Estos valores impactaron profundamente a la gente de su época, entre estos, muy especialmente, a Jesús, quien los hizo suyos también y les añadió otros valores que han influido la historia humana desde entonces hasta nosotros y muchos que vendrán después.

¿Hacemos esfuerzos por ajustar nuestros valores a los que proclama nuestro Maestro?

 

Ya no hablamos de conversión. Tampoco de pecado, Señor. Sin embargo, sentimos muy dentro nuestro que necesitamos reconocer lo que nos aleja de ti y desviar el camino para orientarlo hacia tu mensaje. Sigue guiándonos y fortaleciendo nuestra disposición a serte fieles. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, poder mantener cierta coherencia entre lo que decimos ser y lo que nos dijo poderosamente nuestro Maestro de Vida, Jesús,

Miguel.

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