miércoles, 17 de julio de 2024

El Señor de la dignidad humana

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

21 de Julio de 2024                                                  

Domingo de la Décimo Sexta Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Jeremías 23, 1-6 / Salmo 22, 1-6 El Señor es mi pastor, nada me puede faltar / Efesios 2, 13-18

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     6, 30-34


    Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
    Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
    Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

La fe nos dice que «por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu» (2L), de tal manera que podemos sentir: «Tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza» (Sal), para que, apoyados en esa fuerza, ayudar a que su amor y ternura lleguen a quienes no han tenido la misma posibilidad. Por eso, a quienes «eran como ovejas sin pastor» (Ev), les promete «Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán» (1L). Tú y yo y todo aquel que fue bautizado es llamado a realizar esa misión. ¿Estás disponible?

Rescatando algo que es esencial en la fe en Jesús.

Hasta hace no mucho era mal visto que alguien no estuviese permanentemente ocupado; se decía: "la ociosidad es la madre de todos los vicios". Eso marcó a fuego la conciencia y el actuar de muchas generaciones, entre ellos, muchos de nosotros.

Eso hace que, sobre todo los adultos mayores, pero también los que aún les falta un poco para llegar a esa edad, sufran del “síndrome del ocupado”: no saben descansar, ni se permiten recrearse habitualmente. Es típica la madre que apenas termina la comida familiar se levanta a lavar la loza, perdiéndose el disfrute de la sobremesa, por ejemplo.

Lo malo de esta situación es que se ha terminado asociando ociosidad con vagancia. Y no es lo mismo. Lo primero, bien utilizado, es el disfrute del tiempo libre; lo segundo, inacción y, por cierto, poco provecho para los demás de la propia vida.

Cuesta creerlo, sobre todo para las nuevas generaciones, pero esto fue uno de los argumentos para justificar el que, hasta no hace demasiado tiempo atrás, las jornadas laborales fuesen, legalmente, como mínimo, de entre doce y catorce horas.

Ha habido un largo caminar para que se llegue al consenso actual de dividir el día en 8 horas de descanso, 8 horas de trabajo y 8 horas de ocio. Algo que parece tan de sentido común que suena increíble (y lo olvidan los que sí lo sabían) que fue necesaria muchas manifestaciones y hasta muertos para imponerlo (es lo que está en el origen de la conmemoración del 1° de mayo).

Por otro lado, es importante recurrir a la ciencia para descubrir que cuando dedicamos tiempo suficiente para descansar y recrearnos, nuestro cuerpo se recupera y reinicia, la memoria mejora, el sistema inmune se fortalece, la presión sanguínea baja y hasta mejora la salud mental, entre otros beneficios.

Por último, los cientistas sociales nos enseñan que el trabajar sin parar no hace más productiva a la persona, debido a su agotamiento físico y mental; y, por el contrario, quienes descansan y aprovechan su tiempo libre, suelen dar mejores frutos laborales.

En resumen, todo esto nos dice que el descanso y el ocio, lejos de ser demoníacos, pueden ser muy provechosos para el ser humano y para la sociedad completa.

Jesús parece entenderlo así también, ya que, como vemos en el texto de hoy, los discípulos vuelven de la misión a la que habían sido enviados y al volver «él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”».

Una vez más, nos encontramos con su exquisita ternura, ya que, después del gran esfuerzo que supuso llevar a cabo sus actividades de ayuda a los demás, «al regresar de su misión», les invita a reposar, para la necesaria y digna reposición de fuerzas y después, «vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor» y se dedicó a atenderlos.

También aquí, entonces, demuestra esa incesante búsqueda de resaltar la dignidad humana que caracterizaba la forma cómo él desarrolló su labor entre nosotros.

Él es quien pone el amor al ser humano a un nivel semejante al que se merece Dios (Mt 22,36-40), que pone la atención al otro por sobre lo sagrado de la religión (Mt 5,23-24), que enseña que el Día Santo lo creó el Señor para el ser humano (Mc 2,27), que pone como criterio de acceso al Reino el cuidado por los demás (Mt 25,34-40). Entonces, sus seguidores -nosotros- debiesen también tener siempre presente el cuidar y servir a los demás (Mc 9,35), lo que implica estar atentos a sus necesidades y aportar -y luchar, si es necesario- por mayores niveles de dignidad humana, que es la dignidad, ni más ni menos, con la que nos creó Dios, semejante a la suya (Gn 1,27).


Tristemente, muchos cristianos hemos permitido que quienes se benefician de las injusticias contra los demás, nos convenzan de que eso es “comunismo”, lo que, como hemos estado viendo sería regalarle exclusiva e injustamente a una ideología lo que es (o debiese ser) propio de nuestra fe.

Ser cristianos es (debiese ser) dedicarse a promover lo mejor de lo humano, por lo que proteger y luchar por una vida digna para todos es parte de la esencia de ser amigos de Jesús. Estar del lado de lo que disminuya la dignidad humana va en contra de lo que Jesús vivió, practicó y enseñó, aunque los injustos muchas veces se puedan decir cristianos, como paradójicamente ha sucedido históricamente.

 

Señor de la vida en abundancia, tú que te dedicaste a inspirar, invitar y enseñar a quienes te quisieran seguir el trabajar permanentemente por la dignidad y la plenitud de la vida de nuestros hermanos, danos el ser fieles discípulos tuyos por el bien de la humanidad a la que tanto amas. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, saber rescatar, cuidar y luchar por la dignidad de nuestros hermanos, hijos del buen Padre Dios,

Miguel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Servir para ser cristianos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 22 de Septiembre de 2024                          ...