miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Por qué Jesús mantuvo a Judas hasta el fin entre sus más cercanos?



27 de marzo de 2013
Miércoles Santo

Lecturas:
Isaías 50, 4-9 / Salmo 68, 8-10.21-22.31.33-34 En el momento favorable, respóndeme, Dios mío

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo    26, 14-25
Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: «¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?»
El respondió: «Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: "El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos".»
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará.»
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: «¿Seré yo, Señor?»
El respondió: «El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: «¿Seré yo, Maestro?»
«Tú lo has dicho», le respondió Jesús.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Comparto esto que encontré en el sitio de internet de la Comunidad de Taizé, y que me llegó profundamente. Lo siento apropiado para este evangelio.
“En un momento dado, Jesús se da cuenta de un cambio radical en Judas, uno de los doce. Jesús comprendió que Judas estaba desligándose de él interiormente, e incluso que iba a «entregarle», como dicen los evangelios. Según el evangelio de Juan, ya en Galilea, mucho antes de los acontecimientos de Jerusalén que acabarían en la cruz, Jesús comprendió lo que estaba pasando (Jn 6,70-71). ¿Por qué entonces no alejó a Judas de su entorno, por qué lo mantuvo junto a él hasta el fin?
Una de las palabras que Jesús utiliza para hablar de la creación del grupo de los doce apóstoles nos da una pista: «¿Acaso no he sido yo quien os elegí, a vosotros Doce?» (Jn 6,70; cf Jn 13,18). El verbo elegir o escoger es una palabra clave en la historia bíblica. Dios eligió a Abrahán, eligió a Israel para hacer de él un pueblo. Es la elección de Dios la que constituye al pueblo de Dios, al pueblo de la alianza. Lo que hace inquebrantable la alianza es que Dios elige amar a Abrahán y a sus descendientes por siempre. El apóstol Pablo comentará: «Los dones y la llamada de Dios son irrevocables» (Rom 11,29).
Puesto que Jesús eligió a los Doce como Dios eligió a su pueblo, no podía despedir a Judas, incluso cuando comprendió que iba a traicionarle. Sabía que tenía que amar hasta el fin, para testificar que la elección de Dios era irrevocable. Los profetas, en particular Oseas y Jeremías, hablaron en nombre de un Dios herido y humillado por las traiciones de su pueblo y que, sin embargo, no deja de amar con un amor de eternidad. Jesús no quería ni tampoco podía hacer menos: humillado por la traición de uno de sus íntimos, no dejará de demostrarles su amor. Rebajándose ante sus discípulos para lavarles los pies, se hizo servidor de todos, también de Judas. De un modo muy particular, Jesús da un pedazo de pan compartido: parcela de un amor ardiente que el discípulo se llevó en su noche (Jn 13,21-30).
Si quería ser fiel a su Padre – al Dios que había elegido a Abrahán y a Israel, al Dios de los profetas – Jesús no podía actuar de otro modo, tenía que mantener a Judas junto a él hasta el fin. Jesús quería a Judas incluso si éste se encontraba enteramente envuelto por las tinieblas. «La luz brilla en las tinieblas» (Jn 13,31). En la noche más opaca del resentimiento y del odio, Jesús manifiesta el resplandor inaudito del amor de Dios” (tomado de http://www.taize.fr/es_article4602.html).

El Papa nos recordaba recientemente que no te cansas de perdonar, Señor. Que vivamos de manera que se refleje el sabernos siempre perdonados, es decir con alegría y con misericordia hacia los demás. Así sea.

Buscando el Reino de la Paz, el Amor y la Alegría y su Justicia, como frutos de esta Semana Santa,
Miguel.

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