PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
5 de Junio de 2016
Domingo de la Décima Semana Durante el Año
Lecturas:
I Reyes 17, 17-24 / Salmo 29, 2. 4-6. 11-13 Yo te glorifico, Señor, porque Tú me
libraste / Gálatas 1, 11-19
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 7, 11-17
Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos
y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad,
llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar
la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores». Después
se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo:
«Joven, yo te lo ordeno, levántate».
El
muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un
gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo».
El
rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda
la región vecina.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Afirma Pablo: «la Buena Noticia que les prediqué no es
cosa de los hombres» (2L), es decir no
proviene de lo humano, porque hacer el bien no nos sale espontáneamente, ya que
nos suele atacar el demonio del egoísmo. Pero cuando permitimos que Su Misericordia
nos inunde, ya que «su bondad dura toda
la vida» (Sal), nos conmueve el sufrimiento de nuestros hermanos
(Ev) y nos sentimos impulsados a hacer cosas que
les permiten reconocer que «la palabra
del Señor está verdaderamente en tu boca» (1L).
El Dios de
Jesús no es un Dios de muertos (Mc 12,27); Él es el Dios de la Vida, de toda
vida y ésta de la mejor calidad (Jn 10,10; cf Ez 18,23).
No podía
ser menos. Porque Él nada lo hace a medias, sino todo lo hace bien (Gn1,31; cf Mc 7,37).
Los
cristianos, en general, somos reconocidos como fervorosos luchadores por la
vida del que está por nacer. Sin embargo, se nos cuestiona por la inconsecuencia
de, aparentemente al menos, olvidarnos de esa misma persona, sus condiciones y
su bienestar, después que ha nacido.
Pensemos,
por ejemplo, ¿dónde estamos los seguidores de Jesús en las múltiples
manifestaciones por cuidar y defender la existencia y la calidad de ésta para
nuestros hermanos que malviven entre nosotros?
¿Dónde se
expresa nuestra indignación por los niños de la calle o abusados por personas
que debían cuidarlos; o por los ancianos sin atención adecuada en sus hogares o
maltratados en los asilos en los que han sido abandonados; o por las mujeres
abusadas física, emocional y hasta económicamente, sólo porque las leyes y las
costumbres las dictan los hombres; o por la existencia de sueldos menos que
mínimos, hasta el punto que no permiten mantener una realidad tan supuestamente
querida por nosotros como es la familia?.
Esas y
muchas otras injusticias y atropellos a la dignidad humana, normalmente las
asumimos como una fatalidad o, en muchos casos, hasta acusamos de flojera u
otra acción u omisión a los propios hermanos afectados.
Es que,
razonamos, el sistema es el que es y hay que aprender a moverse y a
(sobre)vivir en él…
Ante eso,
en el mejor de los casos, nos disponemos a ser caritativos y ayudar a paliar un
poco sus situaciones, lo que está bien, pero no nos compromete de verdad.
¿Le
agradaría a Jesús esta forma de pensar nuestra?
¿A él, que
afirmó que dar o no un vaso de agua; albergar o no; acompañar o no al solitario
podía significar la entrada o no al Reino? (cf
Mt 25,34ss).
¿A él, que
se conmueve tanto que intenta evitar las lágrimas de una madre afligida por
algo tan natural como la muerte?.
Difícil,
¿verdad?
Claro que
hay, gracias a Dios, ejemplos luminosos entre nosotros de personas que, por
amor a Cristo, dedican su vida y sus recursos a mejorar la vida de otros.
Son
personas a las que, debido a su paso por las vidas de aquellos que ayudaron, les
hicieron sentir y nos ayudan a creer que «Dios ha visitado a su Pueblo».
A estos hay
que intentar asemejarse (como ellos se asemejaron a Jesús) o ayudarlos en sus
esfuerzos al menos. Y, de ninguna manera ser obstáculos para que sigan
sirviendo y amando.
Que podamos
ser cultores, promotores, trabajadores, luchadores por la mejor vida posible
para todos, como reflejo concreto de tu Palabra, Dios de la Vida. Así sea.
Queriendo ser consecuentes para, llenos de
Paz, Amor y Alegría, buscar la Vida en abundancia para todos,
Miguel
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