PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
29 de Mayo de 2016
El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Lecturas:
Génesis 14, 18-20 / Salmo 109, 1-4 Tú eres sacerdote para siempre, a la manera
de Melquisedec / I Corintios 11, 23-26
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 11-17
Jesús habló a la multitud acerca del Reino de
Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados.
Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le
dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los
alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar
desierto.»
El les respondió: «Denles de comer ustedes
mismos.» Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a
no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
Porque eran alrededor de cinco mil hombres.
Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:
«Háganlos sentar en grupos de cincuenta.» Y ellos hicieron sentar a todos.
Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados
y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió
y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Jesús, enviado «de parte de Dios, el Altísimo, creador del
cielo y de la tierra» (1L), estaba muy
conectado a Su Misericordia y Su Amor, por eso todo lo hacía «con esplendor de santidad» (Sal), ocupado de las necesidades concretas de
los demás (Ev)
y esperando que, cuando
él no estuviese, todos quienes se declaren seguidores suyos «Hagan esto en memoria mía» (2L).
Jesús no
podía permanecer impasible cuando veía o sabíade personas que estaban en
necesidad.
La gente
necesitaba (y necesita) conocer la Buena Noticia «acerca del Reino de Dios»,
que es su amor y su misericordia concreta, por eso, la comunica hablando y viviéndola
él mismo;
La gente
necesitaba (y necesita) una mejor calidad de vida «y devolvió la salud a los
que tenían necesidad de ser sanados». Recordemos que estar enfermo, además
del mal físico conllevaba marginación, por temor al contagio y porque existía
la errónea concepción de que las enfermedades eran castigos divinos.
Sanándolos, entonces, hacía ver la equivocación y, además, los devolvía a la
comunidad.
La gente
necesitaba (y necesita) vencer el hambre, por lo que hizo hasta lo imposible,
de tal manera que «todos comieron hasta saciarse».
Es decir,
vemos que, en su práctica, las dificultades no eran obstáculos imposibles, sino
desafíos a vencer.
Su mensaje
para quienes nos inspiremos en él, entonces, es que, ante las múltiples
necesidades de nuestro tiempo y nuestros hermanos de humanidad, no nos
conformemos con las buenas excusas: «No tenemos más que…», ya que eso es
demasiado fácil y lo hace cualquiera.
Por eso
nuestro mundo está como sabemos.
Para
nosotros, que nos llamamos cristianos, cuando nos encontremos con las distintas
hambres que afligen a quienes nos rodean, su llamado es: «Denles de comer
ustedes mismos».
Pero ¿cómo
podríamos hacerlo? Somos pequeños y las hambres son demasiadas. De hecho él
mismo afirmaría: «A los pobres los tendrán siempre con ustedes» (Mt 26,11).
Sin
embargo, fijémonos en el plural de aquel mandato: no dice “tú”, sino “ustedes
mismos”, pues le habla a una comunidad.
Además, hay
que notar que, posteriormente sugiere que, para realizar esta y cualquier gran
tarea con eficiencia, seamos organizados y también ayudemos a organizarse: «Háganlos
sentar en grupos de cincuenta».
Concluyamos
que, pese a que no lo dice en este texto, si recordamos las acciones de nuestro
Maestro frente a los problemas de quienes se le acercaban y también sus
palabras, tal como nos han llegado en los evangelios, bien podríamos entender
todo lo anterior de esta manera: cuando haya hijos o hijas del Padre Dios
sufriendo, únanse a otros que estén en el mismo camino de servicio e intenten
ser audaces y creativos, de tal manera de tener más posibilidades para aliviar
y solucionar las carencias que les impiden tener vida en abundancia (cfJn 10,10),
tal como él querría.
Que
intentemos conmovernos hasta un punto semejante al tuyo, Señor, cuando se trata
de las carencias y los dolores de nuestros hermanos. Y que, debido a eso,
sigamos tu instrucción y tu ejemplo de darles de comer. Así sea.
Aprendiendo, con Paz, Amor y Alegría, a
ampliar el corazón, para compadecernos y auxiliar a quienes sufren necesidades,
Miguel
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