miércoles, 25 de mayo de 2016

Comunidades por una vida más plena para todos



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
29 de Mayo de 2016
El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Lecturas:
Génesis 14, 18-20 / Salmo 109, 1-4 Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec  / I Corintios 11, 23-26

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas  9, 11-17
Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados.
Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto.»
El les respondió: «Denles de comer ustedes mismos.» Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
Porque eran alrededor de cinco mil hombres.
Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta.» Y ellos hicieron sentar a todos.
Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Jesús, enviado «de parte de Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra» (1L), estaba muy conectado a Su Misericordia y Su Amor, por eso todo lo hacía «con esplendor de santidad» (Sal), ocupado de las necesidades concretas de los demás (Ev) y esperando que, cuando él no estuviese, todos quienes se declaren seguidores suyos «Hagan esto en memoria mía» (2L).
Jesús no podía permanecer impasible cuando veía o sabíade personas que estaban en necesidad.
La gente necesitaba (y necesita) conocer la Buena Noticia «acerca del Reino de Dios», que es su amor y su misericordia concreta, por eso, la comunica hablando y viviéndola él mismo;
La gente necesitaba (y necesita) una mejor calidad de vida «y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados». Recordemos que estar enfermo, además del mal físico conllevaba marginación, por temor al contagio y porque existía la errónea concepción de que las enfermedades eran castigos divinos. Sanándolos, entonces, hacía ver la equivocación y, además, los devolvía a la comunidad.
La gente necesitaba (y necesita) vencer el hambre, por lo que hizo hasta lo imposible, de tal manera que «todos comieron hasta saciarse».
Es decir, vemos que, en su práctica, las dificultades no eran obstáculos imposibles, sino desafíos a vencer.
Su mensaje para quienes nos inspiremos en él, entonces, es que, ante las múltiples necesidades de nuestro tiempo y nuestros hermanos de humanidad, no nos conformemos con las buenas excusas: «No tenemos más que…», ya que eso es demasiado fácil y lo hace cualquiera.
Por eso nuestro mundo está como sabemos.
Para nosotros, que nos llamamos cristianos, cuando nos encontremos con las distintas hambres que afligen a quienes nos rodean, su llamado es: «Denles de comer ustedes mismos».
Pero ¿cómo podríamos hacerlo? Somos pequeños y las hambres son demasiadas. De hecho él mismo afirmaría: «A los pobres los tendrán siempre con ustedes» (Mt 26,11).
Sin embargo, fijémonos en el plural de aquel mandato: no dice “tú”, sino “ustedes mismos”, pues le habla a una comunidad.

Además, hay que notar que, posteriormente sugiere que, para realizar esta y cualquier gran tarea con eficiencia, seamos organizados y también ayudemos a organizarse: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta».
Concluyamos que, pese a que no lo dice en este texto, si recordamos las acciones de nuestro Maestro frente a los problemas de quienes se le acercaban y también sus palabras, tal como nos han llegado en los evangelios, bien podríamos entender todo lo anterior de esta manera: cuando haya hijos o hijas del Padre Dios sufriendo, únanse a otros que estén en el mismo camino de servicio e intenten ser audaces y creativos, de tal manera de tener más posibilidades para aliviar y solucionar las carencias que les impiden tener vida en abundancia (cfJn 10,10), tal como él querría.

Que intentemos conmovernos hasta un punto semejante al tuyo, Señor, cuando se trata de las carencias y los dolores de nuestros hermanos. Y que, debido a eso, sigamos tu instrucción y tu ejemplo de darles de comer. Así sea.

Aprendiendo, con Paz, Amor y Alegría, a ampliar el corazón, para compadecernos y auxiliar a quienes sufren necesidades,
Miguel

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