1 de abril de 2013
Lunes de la Octava de Pascua
Lecturas:
Hechos 2,
14.22-32 / Salmo 15, 1-2. 5. 7-11 Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
28, 8-15
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de
alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los
discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las
saludó, diciendo: «Alégrense.» Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se
postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que
vayan a Galilea, y allí me verán.»
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias
fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había
sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los
soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: «Digan así: "Sus
discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras
dormíamos." Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos
encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo.»
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la
consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Impresiona
constatar la honestidad de los hombres machistas que cuentan los primeros
momentos post Resurrección: no tienen problema en reconocer que son las mujeres
las enviadas «a dar la noticia a los
discípulos».
Son
ellas, las evangelizadoras (=anunciadoras de la Buena Noticia) de los
apóstoles.
Y
siguen siendo, las principales transmisoras de la Palabra, como se puede
constatar a simple vista.
Y,
sin embargo, también es evidente que hoy no se las encuentra en lugares
relevantes de la estructura eclesial.
«La resurrección del
Mesías»
(1L), que hizo nuevas todas las cosas, aún encuentra
resistencia para cambiar algo que hace bastante tiempo debía haberse renovado:
la posición y dignidad de la mujer en la Iglesia.
Que
el Señor, quien «hasta de noche me
instruye mi conciencia» (Sal) rompa los muros de los prejuicios y
las ansias de poder, para que penetre su inspiración de forma que remueva
nuestras estructuras y la justicia llegue también a las relaciones entre
hermanos y hermanas en la fe. Así sea.
Celebrando la
fuerza de la Paz, el Amor y la Alegría
con que se manifiesta la Resurrección,
Miguel.
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