lunes, 27 de enero de 2014

La eficacia del Reino de Dios puede ser bloqueada por nuestra falta de unidad

27 de enero de 2014
Lunes de la Tercera Semana Durante el Año – Ciclo A

Lecturas:
II Samuel 5, 1-7.10 / Salmo 88, 20. 21-22. 25-26 Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos   3, 22-30
Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los demonios.»
Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: «¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre.»
Jesús dijo esto porque ellos decían: «Está poseído por un espíritu impuro.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Con motivo de la reciente Semana de Oración por la unidad de los cristianos, el Papa realizo una catequesis acerca del tema, la que me vino a la mente a propósito de la frase «Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir» del evangelio de hoy.
Él dijo: “Ciertamente Cristo no ha sido dividido. Pero debemos reconocer sinceramente, con dolor, que nuestras comunidades continúan a vivir divisiones que son de escándalo. ¡La división entre nosotros cristianos es un escándalo! No hay otra palabra: ¡un escándalo!
El Bautismo y la Cruz son elementos centrales del discipulado cristiano que tenemos en común. Las divisiones en cambio debilitan la credibilidad y la eficacia de nuestro compromiso de evangelización y arriesgan con vaciar la Cruz de su potencia. (I Cor 1,17).
 [Sintámonos invitados a]  alegrarnos sinceramente de las gracias concedidas por Dios a otros cristianos. Tenemos el mismo Bautismo, el mismo Espíritu Santo que nos ha dado las gracias, reconozcamos y alegrémonos.
Es bello reconocer la gracia con la cual Dios nos bendice y, todavía más, encontrar en otros cristianos algo de lo cual tenemos necesidad, algo que podríamos recibir como un don de nuestros hermanos y de nuestras hermanas. Esto necesita mucha oración, necesita humildad, necesita reflexión y continua conversión. Sigamos adelante por esta vía, orando por la unidad de los cristianos para que este escándalo termine y no esté más entre nosotros”.
La eficacia del Reino de Dios que Jesús espera de nosotros que ayudemos a construir puede ser bloqueada por la tendencia a resaltar las diferencias más que alegrarnos por lo que nos une. Es importante que seamos advertidos de esto.

Únenos, Señor, con tu Espíritu; fortalécenos, Señor, con tu espíritu; guíanos, Señor, con tu Espíritu y déjanos sentir que el fuego de tu amor se expande por la tierra. Así sea.

Buscando anunciar con la vida convertida que el Reino de la Paz, el Amor y la Alegría está cada vez más cerca,
Miguel.


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