sábado, 12 de septiembre de 2015

Para atrevernos a llamarlo Señor…



12 de Septiembre de 2015
Sábado de la Vigésima Tercera Semana Durante el Año

Lecturas:
Timoteo 1, 15-17 / Salmo 112, 1-7 ¡Bendito sea el Nombre del Señor!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos   6, 43-49
    Jesús decía a sus discípulos:
    «No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.

    El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
    ¿Por qué ustedes me llaman: "Señor, Señor", y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.

En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.»

Palabra del Señor.

MEDITACION

Justo antes de estas palabras, Jesús ha estado dando enseñanzas profundas: no juzgar a los demás, porque estamos llenos de defectos también; amar y bendecir incluso a los que no nos quieren; invitar a vivir de una manera menos dependiente de lo material; recordarnos que él es «Dios con nosotros», es decir, compañía para toda la vida; llamar a hacer el bien sin importar lo que está permitido o no…
Y así, tantas normas de sabiduría humana y humanizante.
Hoy es lapidario: si no quieres hacer parte de tu vida estas palabras, no seas hipócrita y le llames “Señor”.
Fuerte y claro, ¿o no?

Que revisemos nuestras convicciones con respecto a ti y tu Palabra, Señor, de manera de mejorar nuestros intentos por seguir tus invitaciones. Así sea.

Intentando despertar los oídos y la lengua a tu mensaje de Paz, Amor y Alegría, hecho vida,
Miguel

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