miércoles, 8 de noviembre de 2023

Descubrir la luz que se necesita

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR

Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo

12 de Noviembre de 2023                                        

Domingo de la Trigésima Segunda Semana Durante el Año

 

Lecturas de la Misa:

Sabiduría 6, 12-16 / Salmo 62, 2-8 Mi alma tiene sed de ti, Señor / Tesalonicenses 4, 13-18

 

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     25, 1-13


    Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
    El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
    Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
    Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: «Ya viene el esposo, salgan a su encuentro».
    Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: «¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?» Pero éstas les respondieron: «No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado».
    Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
    Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: «Señor, señor, ábrenos».
    Pero él respondió: «Les aseguro que no las conozco».
    Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

Palabra del Señor.

 

MEDITACIÓN                                                                                                             

La sabiduría, en perspectiva del Reino, «se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan» (1L), de aquellos que sienten «yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti» (Sal). Esta es la sabiduría de conocer a Dios y su amor manifestado en toda la tierra y a todos los seres vivos. Nuestra búsqueda de ella sería intentar asemejarse a nuestro Creador, manteniendo las lámparas llenas del aceite de la fraternidad solidaria (Ev), movidos por una esperanza que vence a la muerte (2L).

Una luz que sirve.

Nos cuentan los estudiosos que en los tiempos en que vivió Jesús, después de un periodo de convivencia de una pareja, se celebraba la boda, la cual consistía en que el novio, acompañado de sus amigos y parientes, iba a casa de la novia para conducirla a su propia casa, donde se celebraba el banquete. En la casa de la novia le esperaban las amigas de ella que la acompañarían en el trayecto. Por lo tanto, al contrario de nuestra época, esta ceremonia no tenía ningún carácter religioso, y, como estos rituales empezaban con el atardecer y tenían lugar de noche, de ahí la necesidad de tener lámparas para visualizar el camino.

Si nos fijamos, lo importante del relato que compuso Jesús en esta parábola no son los novios; menos los acompañantes. Lo que se destaca es la luz. Es tan importante que es lo que determina que entren o no en el banquete: el tener o no la linterna encendida. Y las de aquella época requerían, para ello, tener aceite.

Habría que identificar en nuestra vida, para acoger el mensaje, ¿qué sería la luz y su correspondiente aceite? Así entenderíamos lo que puede permitirnos entrar en el feliz banquete del Reino.

Jesús en otro momento dijo: «Yo soy la luz del mundo» (Jn 8,12a), de tal manera que pareciera que es a él a quien se refiere el profeta, cuando dice en nombre de «Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella» (Is 42,5). Él dice: «Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma […] Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas» (Is 42,1a.6-7).

Y la forma resplandeciente de ser luz eficaz fue que este Servidor de Dios se hiciese, como en la profecía de Isaías, servidor de los hombres, de tal manera que después afirmara: «el Hijo del hombre […] no vino para ser servido, sino para servir» (Mt 20,28).

Añadirá Jesús, a aquello de ser luz del mundo, para resaltar la sublime vocación de servicio de sus discípulos, asemejándose a la suya: «El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida» (Jn 8,12b).

Es que el ser humano, como hizo Jesús, es luz de vida cuando se esfuerza por llegar al máximo de su potencial servidor, es decir, cuando va más allá de sus instintos egoístas, para que su generosidad fraterna y solidaria ilumine su humanidad y la de los demás.

Los deseos, las ganas, el anhelo de superar aquello para buscar ser útil a sus hermanos, creados, como fuimos, como seres comunitarios, no individuales ni, menos, individualistas, serían el aceite de esas lámparas.


En el caso de los cristianos, ese combustible para alumbrar la vida desde el servicio sería la fe en nuestro Maestro, quien nos dijo, ambas cosas: «Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes» (Jn 13,15), porque de esta manera «Ustedes son la luz del mundo» (Mt 5,14).

Vale la advertencia, entonces: «Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora», en la que nos encontraremos con el Juez Supremo para recibir «en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo» (Mt 25,34), si es que hemos servido, por ejemplo, dando de comer al hambriento, de beber al sediento, alojando al que estaba de paso, vistiendo al desnudo, y visitando al enfermo y al preso (Mt 25,35-36).

 

Que podamos despojarnos de lo tan egoístamente instintivo que nos asecha y nos achata el espíritu, para crecer en lo mejor de nuestra humanidad, de manera que podamos ser portadores de tu luz generosa en el servicio por amor, Señor. Así sea.

 

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, descubrir el luminoso y humanizador valor de servir a los demás,

Miguel.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

En cualquier momento se manifiesta el amor definitivo

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 1 de Diciembre de 2024                            ...