PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo
26 de Enero de 2025
Domingo de la Tercera Semana Durante el Año
Lecturas de la Misa:
Nehemías 8, 2-6. 8-10 / Salmo 18, 8-10. 15 Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida / I Corintios 12, 12-30
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquéllos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado por la unción.
Él me envió a llevar la Buena Noticia los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor».
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír».
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
Estamos convencidos de que «la palabra del Señor es pura [y] permanece para siempre» (Sal), por eso, debido a que ella lo dice, sabemos que «un día consagrado al Señor» (1L) -o muchos días o una vida que quiera adorarle- significa alegría y compartir con quien no tiene, porque Él nos quiere unidos: «todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo» (2L). Hoy, que gobierna el individualismo egoísta, esto es concretamente «llevar la Buena Noticia a los pobres [y] dar la libertad a los oprimidos» (Ev) por un sistema organizado contra la solidaridad y la dignidad de todos.
Presentándose en sociedad.
Jesús ha vivido un periodo de aprendizaje en la comunidad religiosa del Bautista, luego una especie de retiro espiritual en el desierto, donde enfrentó y venció las tentaciones.
Posterior a eso comenzó su misión. En esas circunstancias vuelve a su pueblo, pero no viene “solo”, sino «con el poder del Espíritu», el mismo que antes «descendió sobre él» en el momento de su bautismo, y al que le permitió ser su sostén frente a las pruebas y en sus primeros pasos misioneros.
Recordemos que, además, tuvo la experiencia de haber oído la «voz del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”» (Lc 3,22) lo que era una confirmación de que sus actitudes y disposiciones eran queridas por Dios. Ese poderoso Espíritu en él -y desde él- le haría posible producir signos de la misericordia divina que beneficiarían a la gente. Debido a eso, «su fama se extendió en toda la región» y en la sinagoga de Nazaret la expectación era grande.
No olvidemos que en su pueblo todos lo conocían (algunos dicen que la población era de entre 200 a 500 personas). Otro evangelista nos cuenta que en esta ocasión ellos se preguntaban: «“¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María?”. Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo» (Mt 13,54-57).
Como era costumbre, se invitaba a los personajes destacados a leer y comentar un texto sagrado. Entonces, «le presentaron el libro del profeta Isaías» y, en esas circunstancias, él buscó y «encontró el pasaje donde estaba escrito…». Ojo: examinó el rollo sagrado que le presentaron y con cuidado escogió un texto que le serviría para hacer su presentación en sociedad (Is 61,1-2), aquel que decía: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción…».
(Ungido, consagrado
usando aceite, es la palabra que en idioma de Jesús se dice “mesías”, la que
nos llegó en griego como Cristo, llegando a ser parte de su nombre hasta el día
de hoy).
Continúa: ese poder «me envió a llevar la Buena Noticia los pobres, a
anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la
libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».
Es decir que su misión (traducción de envío) es (será y seguirá siendo) anunciar, liberar y sanar. Porque el mundo lo necesitaba (lo necesita y, lamentablemente, siempre seguirá necesitándolo). Así que el hecho de que él estuviera ahí, impulsado por el Espíritu de Dios, hace que, pueda afirmar: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír».
Para que el mundo descubra la alegría del evangelio se requiere que se siga cumpliendo esta Escritura; que los seguidores de este ungido dediquen su vida a anunciar la Buena Noticia que libera del mal de la indiferencia tan arraigado en nuestro tiempo, ayudando a sanar el egoísmo que tanto nos deshumaniza.
El Espíritu de Dios está sobre nosotros y en nosotros para ayudarnos a tener y dar vida plena a los que nos rodean. Que sepamos permitirle a esa fuerza que viene de lo alto hacer todo el bien que quiere producir en nuestro mundo. Así sea.
Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, encontrar la forma de que el Espíritu del Señor, que está sobre nosotros pueda manifestarse en acciones de bien para los demás,
Miguel.
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