PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA
DEL SEÑOR
13 de enero de 2013
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Lecturas:
Isaías 40,
1-5. 9-11 / Salmo 103, 1-4. 24-25. 27-30 ¡Bendice al Señor, alma mía! / Tito 2, 11-14; 3, 4-7
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 3, 15-16. 21-22
Como el pueblo estaba a la expectativa y
todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo:
«Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni
siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en
el Espíritu Santo y en el fuego. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también
fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu
Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces
una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección».
Palabra del Señor.
MEDITACION
El Padre
Bueno envía: «¡Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice su Dios!» (1L), y quiere
que lo hagamos de distintas maneras, además de la palabra, como «variadas son
tus obras, Señor» (Sal), principalmente, viviendo como discípulos misioneros en
fraternidad, solidaridad y alegría, demostrando que en nosotros y para todos, «la
gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha
manifestado» (2L), de tal manera que se “abra el cielo” y llegue a todos el
poder del Espíritu Santo y la gracia de ser considerados entre los hijos
predilectos suyos (Ev).
Una reciente encuesta hecha a nivel
mundial señaló que uno de cada 3 habitantes de este planeta se declara
cristiano (es decir, seguidor de Cristo).
¿Se nota esto en la marcha del mundo?
¿Cuál es tu aporte para que, donde te
toca, se note?
Aprovechando la celebración del Bautismo
del Señor sería apropiado preguntarnos qué hemos hecho con este regalo que
recibimos de parte de Dios –mayoritariamente gracias a nuestros padres- que es
nuestro propio bautismo.
Porque Jesús, con su paso por nuestra
tierra haciendo el bien y motivando a los suyos a hacerlo a su vez “abre el
cielo”, haciendo de nuevo posible la comunicación entre Dios y la humanidad. Comunicación
que fue y es interrumpida cada vez que nos alejamos del hermano, especialmente
del pobre y el desamparado, con quienes Él mismo se identifica y permitimos que
sufra, cuando nos es posible evitarlo o hacer algo para aliviar su dolor.
Dice san Pablo que «él nos salvó,
haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo». Renacemos
al recibir el regalo de ser considerados sus hijos; nos renovamos al ser
incorporados a la comunidad de los creyentes; renacemos y somos renovados,
cuando nos otorga el perdón, el que irá reactualizando de distintas maneras
durante nuestra existencia.
Y es que no fue cualquier agüita la que
nos aplicaron; fue una forma de concretar lo que anunció Juan: «él los bautizará en el Espíritu Santo y en
el fuego». Con toda esa potencia que nos aplicó por medio de un ministro
suyo, Dios mismo nos confirmó lo que siente por cada uno de nosotros, al igual
que a Jesús: «Tú eres mi Hijo muy
querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».
Si has sentido ese amor, la respuesta
apropiada tuya es testimoniar que Dios está actuando en tu vida, con una manera
de especial de existir en medio de la comunidad: promoviendo la solidaridad y
la justicia con los más débiles, procurando hacer presente su amor. Como
corresponde a un hijo o hija suyos.
Porque nos otorgas el bello y gratuito
don de ser tus hijos, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino
solamente por tu misericordia y porque extremas esfuerzos para que encontremos
consuelo en medio de las aflicciones de nuestra existencia, gracias, Señor.
Motivados a
responder al regalo de tu bautismo con Paz, Amor y Alegría para los hermanos,
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario