sábado, 19 de enero de 2013

Jesús no quiso excluir a nadie



19 de enero de 2013
Sábado de la Primera Semana Durante el Año

Lecturas:
Hebreos 4, 12-16 / Salmo 18, 8-10. 15 ¡Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos    2, 13-17
    Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» El se levantó y lo siguió.
    Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?»
    Jesús, que había oído, les dijo: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
En la Última Cena, Jesús resumirá su prédica así: «Las palabras que les dije son Espíritu y Vida» (Jn 6,63; Sal), que es como aclarar que su palabra (y su acción, porque van unidas) tienen densidad, contenido y sustancia mayores que lo que cualquiera cómodamente busque encontrar incluso en la Escritura, debido a que sabía que «la Palabra de Dios es viva y eficaz» (1L). Por eso, él no se quedaba sólo con la “letra” de la Ley, sino con su espíritu original (cf 2 Co 3,6).
Es así que, mientras los fariseos preferían mantenerse separados de los pecadores o impuros, siguiendo la palabra: «examíname, Señor, y pruébame, sondea hasta lo más íntimo de mi ser; odio la compañía de los malhechores y no me uno a los malvados» (Sal 26, 2.5), a Jesús, por su parte, le parecía que estaba más en el espíritu de lo que había descubierto del Padre esta otra palabra: «¿Acaso deseo yo la muerte del pecador –oráculo del Señor– y no que se convierta de su mala conducta y viva?» (Ez 18,23).
Por eso, «muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos», confiadamente. Porque él no quiso excluir a nadie, dado que entendía que «Dios no hace acepción de personas» (He 10,34) y quiere ir haciendo realidad la imagen mesiánica, donde Dios ofrece «un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados» (Is 25,6) para todos los hombres.
Ahora mírate y pregúntate: a tu mesa, ¿son todos acogidos? ¿quiénes no? ¿quiénes sí? ¿por qué?

Porque viniste por nosotros, enfermos de desamor y egoísmo, gracias, Señor. A la vez, te pedimos: ayúdanos a ser cada vez más fiel imagen tuya y de tu misericordia, Señor. Amén.

Motivados a responder al regalo de tu bautismo con Paz, Amor y Alegría para los hermanos,
Miguel.

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