19 de febrero de 2013
Martes de la Primera Semana de Cuaresma
Lecturas:
Isaías 55,
10-11 / Salmo 33, 4-7. 16-19 El
Señor libra a los justos de todas sus angustias
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
6, 7-15
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los
paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como
ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace
falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro,
que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se
haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona
nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos
dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre
que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los
demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Por medio del profeta nos ha dicho Dios:
«así sucede con la palabra que sale de mi
boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y
cumple la misión que yo le encomendé» (1L).
Y su Palabra se ha hecho carne en Jesús para
enseñarnos que, si, como es normal, esperamos de Dios que nos tenga mucha
paciencia y, mejor aún, que nos perdone lo mucho que fallamos, Él, que «es
bondadoso y compasivo» (Jl 2,13), pone sólo una condición, transmitida
por su Hijo: «Si perdonan sus faltas a
los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes»,
debido a que «los ojos del Señor miran al
justo y sus oídos escuchan su clamor» (Sal).
Y sólo puede ser considerado justo quien
no cae en la tentación de olvidar que sus ofensas son iguales o mayores que las
de los demás, por lo que reconoce que, como exigencia en el camino del Reino,
debe primero albergar misericordia en su corazón y sólo entonces tendrá la
oportunidad de acceder al perdón del Padre, alegre de ver cómo sanan las
heridas de la comunidad de sus hijos.
Ayúdanos a crecer como comunidad de
hombres y mujeres misericordiosos, a tu imagen, Señor, y que sepamos compartir el perdón y acoger las
debilidades unos de otros, inspirados por ti. Así sea.
Tratando de vencer
las pruebas que intentan alejarnos del Reino de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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