viernes, 22 de febrero de 2013

Es la hora de los laicos



22 de febrero de 2013
La cátedra de San Pedro apóstol

Lecturas:
I Pedro 5, 1-4 / Salmo 22. 1-6 El Señor es mi pastor, nada me puede faltar

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo    16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Estamos viviendo un tiempo extraordinario. Como pocas veces en la historia, el Papa actual ha decidido renunciar, reconociendo que con casi 86 años de edad, no tiene las fuerzas necesarias para llevar a cabo las labores que le demanda ser «de corazón ejemplo para el Rebaño» (1L) de la Iglesia en todo el mundo.
Su decisión ha resultado un importante recordatorio acerca de la humanidad del hermano obispo de Roma, a quien la liturgia de hoy conmemora en su función de sucesor de Pedro, la piedra sobre la que edificó su Iglesia Jesús y, por ello, cabeza de ésta.
La sucesión es un nuevo desafío, junto a tantos más que enfrenta la Iglesia. Lamentablemente, en lo que respecta a su sucesión, nada podemos hacer nosotros hoy.
Pero el ambiente me parece adecuado para plantear la reflexión, más a largo plazo, de que ya se hace urgente que sintamos que es la hora de los laicos: hora de hacerles ver a nuestros pastores que, debido a la escasez de consagrados, debemos y podemos asumir responsabilidades de verdad y no sólo las que restringidamente nos permiten; hora de exigir que se tome en cuenta nuestra opinión, no con cuestionarios elaborados por comisiones de funcionarios, sino en consulta abierta, mostrando en forma concreta que somos todos Pueblo de Dios, cada uno cumpliendo distintos servicios (cf Catecismo N° 783-784), pero todos con la misma dignidad de hijos, concedida por el Bautismo común.
Es hora, en fin, de ayudar a quienes han sido puestos jerárquicamente a la cabeza de distintas porciones de este Pueblo, a que dejen de sentir que están por sobre un rebaño y traten de imitar al Buen Pastor, que da su vida (Jn 10,11), el mismo que vino a servir y no a ser servido (Mc 10,45) y cuya «vara y […] bastón […] infunden confianza» (Sal), no temor.

Espíritu Santo, guía de la Iglesia, inspira a los cardenales para escoger un Papa según el corazón de Dios; refresca el estilo de los que se ponen a la cabeza de las distintas comunidades, para que busquen servir desde abajo; y ayúdanos a vencer comodidades y miedos para crear y tomar responsabilidades que ayuden a Pedro con las llaves del Reino, como personas adultas. Así sea.

Tratando de vencer las pruebas que intentan alejarnos del Reino de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.

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