jueves, 28 de febrero de 2013

Un llamado a asumir las consecuencias de nuestros actos y recibir agradecidos la solicitud amorosa de Dios


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
3 de marzo de 2013
Tercer Domingo de Cuaresma

Lecturas:
Éxodo 3, 1-8.13-15 / Salmo 102, 1-4. 6-8. 11 El Señor es bondadoso y compasivo / I Corintios 10, 1-6. 10-12

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    13, 1-9
En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. El les respondió:
«¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.»
Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?"
Pero él respondió: "Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás."»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Dios, que declara : «Yo he visto la opresión de mi pueblo que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel» (1L), no puede ser alguien que persigue, castiga o busca saciar una sed de sacrificios permanente, como algunos parecen creer. Es más, sabemos que «el Señor hace obras de justicia y otorga el derecho a los oprimidos» (Sal). Es así que Jesús aclara, en este evangelio, que no hay unos más “culpables” que otros: todos somos pecadores (cf 1 Jn 1,8-10), «por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!» (2L). Como consecuencia, a todos nos invita a convertirnos. Pero, asegura que en ese desafío no estamos solos, ya que él mismo trabaja para ayudar a que lo logremos: «yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante» (Ev).
El pueblo de Jesús tenía una larga tradición de intentar leer en los acontecimientos de su historia pasada y los hechos contemporáneos la presencia y acción de Dios, por eso le presentan al Maestro aquella situación, para que los ayudase a sacar las conclusiones correctas.
Nosotros, en la actualidad, hacemos algo de eso, pero con trampas: cuando hay tragedias nos preguntamos ¿por qué Dios lo permite?; pero cuando nos tocan los buenos momentos, queremos creer que vinieron sólo como obra de nuestras manos: ahí Él no tiene injerencia.
Es no entender nada de lo que ha enseñado Jesús de su Padre: para Él todos somos sus hijos (cf Mt 5,45) y ha dado muestras más que suficientes; más aún, extraordinarias, de amarnos (Jn 3,16-17; Rm 5,8), recogiendo la mejor tradición bíblica (Is 49,15).
Entonces, ¿por qué las desgracias, por qué el sufrimiento?.
En las tiranías, como el ejemplo de Pilato narrado, la causa es que «los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad» (Mt 20,25), mientras muchos cristianos permiten (activa y pasivamente) que esto le ocurra a sus hermanos, los otros hijos de Dios. Eso requiere una conversión.
Y en las desgracias accidentales o las enfermedades mayores, se conjugan herencia genética, descuidos, auto-daño por excesos de sustancias permitidas (alcohol y tabaco, por ejemplo) además de las prohibidas (drogas) y bastantes acciones más, en las que funciona nuestra libertad y no la voluntad de Dios. Esas opciones (o sea, donde podemos optar) requieren conversión por nuestro propio bien.
Resumiendo, este evangelio es un llamado a asumir responsablemente las consecuencias de nuestros actos y recibir agradecidos la solicitud amorosa de nuestro Dios.

Esperando poder dar los frutos que tu amor espera, te pedimos perdón por anteponer nuestro egoísmo, te solicitamos sigas removiendo y abonando con tu poder misericordioso nuestra tierra débil y te damos gracias por tu paciencia y bondad para con nosotros, Señor, Dios nuestro.

Con Paz, Amor y Alegría agradecidas por la misericordia de nuestro Dios,
Miguel.

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