martes, 5 de marzo de 2013

El camino que lleva a la felicidad no pasa por el rencor, sino por el perdón



5 de marzo de 2013
Martes de la Tercera Semana de Cuaresma

Lecturas:
Daniel 3, 25.34-43 / Salmo 24, 4-9 ¡Acuérdate, Señor, de tu ternura!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo    18, 21-35
Se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo."
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes."
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda."
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?"
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Nuestros tiempos están llenos de cifras: porcentajes de encuestas, estadísticas económicas, para el sistema no tenemos nombre, sino Rut, y hasta para comprar necesitamos un número de atención...
No nos cuesta nada, entonces, comprender a Pedro: “ya, Jesús, entiendo que hay que perdonar, sin embargo hay gente que se arrepiente, pero vuelve a ofendernos… debe haber algún límite ¿verdad? Fijemos una cantidad de perdones aceptable…”
El Maestro de la Misericordia establece una cantidad que no cabe en los cálculos del pescador: en la simbología hebrea el siete es el número de la perfección, por lo que no le dice que perdone 490 veces como podríamos creer, si nos guiamos literalmente por la explicación, sino que le (y nos) propone que su corazón sea perfecto para acoger al hermano, como queremos que haga el Padre con nosotros: «trátanos según tu benignidad y la abundancia de tu misericordia. Líbranos conforme a tus obras maravillosas, y da gloria a tu Nombre, Señor» (1L).
De ahí la alegoría que narra: los errores de quienes nos rodean son sólo “cien denarios”, mientras que nuestras faltas ante Dios (es decir, contra nuestros hermanos, en especial los más necesitados, que son sus favoritos) equivalen a “diez mil talentos”. Apliquemos nuestros criterios numéricos: ¿cuáles son más graves y, por lo tanto, más difíciles de perdonar?.
«El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados» (Sal), así es que Jesús se preocupa de coregir nuestros criterios y nos enseña el camino que lleva a la felicidad, que no pasa por el rencor, sino por el perdón.

«Por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad» (Sal), sana nuestras heridas, limpia nuestras impurezas, corrige nuestro mal y guíanos por caminos de vida eterna. Amén.

Con Paz, Amor y Alegría agradecidas por la misericordia de nuestro Dios,
Miguel.

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