14 de marzo de 2013
Jueves de la Cuarta Semana de Cuaresma
Lecturas:
Exodo 32,
7-14 / Salmo 105, 19-23 ¡Acuérdate
de tus promesas, Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
5, 31-47
Jesús dijo a los judíos:
«Si yo diera testimonio de mí mismo, mi
testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese
testimonio es verdadero.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y
él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un
hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que
arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el
testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me
encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha
enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han
escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes,
porque no creen al que él envió.
Ustedes examinan las Escrituras, porque en
ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo,
ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo
los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi
Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí
lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a
otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que soy yo el que los acusaré ante
el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su
esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito
acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo
les digo?»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Así
como Jesús constata que «he venido en
nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio
nombre, a ese sí lo van a recibir», «se
han apartado rápidamente del camino que [el Señor] les había señalado» (1L), «Olvidaron a Dios, que los había salvado»
(Sal).
De
la misma forma se repite la historia aún hoy.
El
británico Gilbert K. Chesterton una vez hizo esta observación: "Si el
hombre no cree en Dios, el peligro no es que no crea en nada, sino que podrá
creer en todo".
Y
vaya que nuestra sociedad tiene muchos ejemplos de esos: gente que sustituye a
Dios (o a Cristo) por una baraja de cartas, el pronóstico anónimo del
horóscopo, o una sesión con una variada cantidad de objetos con presuntos
poderes adivinatorios. Parece que la ansiedad por enfrentar la natural
incertidumbre del futuro los empuja a creer en el gurú de turno, más confiable
para ellos que el Dios vivo, que es el Señor de nuestro futuro.
El
problema más grave es que eso los hace tomar como actitud preponderante "esperar"
algo, en vez de "hacer" algo por su felicidad. Porque la espera se
hace de brazos cruzados, encerrados en la amarga comodidad propia.
Por
el contrario, ponerse en acción es abrir los brazos, porque el creyente en el
Dios de la Vida y en su Reino de Amor, encabezado por Jesús, el enviado del
Padre, sabe que cuando se convierte del egoísmo que nos sale tan naturalmente,
primero provoca alegría en el cielo (Lc 15,7) y, luego, al “hacer
algo” con esa nueva vida, vive generosamente y se llena de gozo, por ello (Hch
20,35).
Enséñanos
a recibir tu testimonio de entrega generosa, intentando dar a nuestra vez en
forma semejante nuestro tiempo, nuestros bienes y nuestra alegría a tantos que
lo necesitan. Así sea.
Recibiendo con
Paz, Amor y Alegría agradecidas la inagotable misericordia de nuestro Dios,
Miguel.
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